La verbena de la Paloma
España (1935)
Duración: 78 min.
Música: Tomás Bretón
Fotografía: Fred Mandel
Guion: Benito Perojo, Pedro de Répide (O.: Ricardo de la Vega)
Dirección: Benito Perojo
Intérpretes: Miguel Ligero (Don Hilarión), Roberto Rey (Julián), Raquel Rodrigo (Susana), Charito Leonís (Casta), Sélica Pérez Carpio (Señá Rita), Dolores Cortés (Tía Antonia), Rafael Calvo (Tabernero), Enrique Salvador (Don Sebastián), Luis Llaneza (Inspector).
Julián, que trabaja como cajista en una imprenta, comienza el día de la Paloma acudiendo a la boda de su patrono, el señor Patricio, tras lo que toman un chocolate con churros antes de volver al trabajo, pensando ya en la Verbena de esa noche, a la que piensa invitar a Susana.
Pero la tía Antonia, con la que viven Susana y su hermana Casta, tiene otras pretensiones para ellas. Desea que estas aprovechen sus encantos para casarse con alguien que tenga dinero, y por ello considera el candidato ideal al viejo boticario Don Hilarión, por quienes ambas se dejan querer y agasajar, y por ello no dudan en ir con él a la Verbena a cambio de que él les permita desempeñar sus mantones de Manila y les regale unas gargantillas.
Pero tendrán la mala suerte de que el coche con el que regresan a casa está a punto de atropellar a Julián, que las ve y se da cuenta de que van con un hombre.
Indignado, Julián acude a su casa dispuesto a descubrir quién es el intruso, al que deben esconder antes de abrirle la puerta a Julián, haciéndolo en el cuarto de los trastos viejos, donde el viejo ve aterrorizado cómo lo ataca una rata.
Y aunque no consigue ver al hombre que iba con ellas está seguro de que Susana le oculta algo, pues aunque dice que no podrá ir con él a la verbena, él ve que tienen preparados sus mantones, y le manifiesta sus temores a su madrina, la señá Rita, la tabernera, que no está dispuesta a que Julián cometa una locura, por lo que irá con él a la verbena.
Cuando descubre que el acompañante de su amada es el viejo boticario Julián se sentirá dolido, y acabará por atacar al viejo en el tranvía de caballos que les lleva a la verbena.
Y volverá a atacarlo en el tiovivo provocando la detención de todos excepto del cobarde Don Hilarión que se refugia en la tienda de su amigo, Don Sebastián.
Llevados a Prevención, Julián le pide al inspector que lo encierre a él en la cárcel, reconociéndose como único culpable.
Pero Susana no lo consentirá y dice que si lo encierran, la metan también a ella en el calabozo junto a él, pues le ama.
No será necesaria su detención, pues Don Sebastián será fiador de Julián, siendo la tía Antonia la única que acabará encerrada por insultar a la policía.
Los demás saldrán felices para disfrutar de la verbena, aunque al ver de nuevo a Don Hilarión Julián no puede evitar lanzarse contra él que debe huir por la ventana, aunque Susana le asegura que ya nadie volverá a robarle su cariño.