La invención de Hugo
Hugo (2011) * USA
También conocida como:
- "La invención de Hugo Cabret" (Hispanoamérica)
Duración: 126 min.
Música: Howard Shore
Fotografía: Robert Richardson
Guion: John Logan (N.: Brian Selznick)
Dirección: Martin Scorsese
Intérpretes: Asa Butterfield (Hugo Cabret), Chloë Grace Moretz (Isabelle), Ben Kingsley (Georges Méliès), Sacha Baron Cohen (Inspector Gustav), Jude Law (Padre de Hugo), Christopher Lee (Sr. Labisse), Helen McCrory (Mama Jeanne), Michael Stuhlbarg (René Tabard), Ray Winstone (Tío Claude), Emily Mortimer (Lisette), Frances de la Tour (Madame Emilie), Richard Griffiths (M. Frick).
París, 1930. En la estación de trenes de Montparnasse un niño de 12 años, Hugo Cabret observa escondido tras una de las caras del gran reloj el ir y venir de los viajeros y de los tenderos, observando especialmente al dueño de la tienda de juguetes que hace funcionar un ratoncito mecánico.
Observa también a la propietaria de la cafetería, Madame Emilie o al del quiosco, Monsieur Frick, con el que aquella intercambia miradas, colocando Lisette las flores, vigilado todo por el Inspector Gustav y su Doberman.
Los relojes están conectados a través de una serie masiva de túneles y pasadizos ocultos por los que Hugo se mueve con habilidad, esquivando al inspector Gustav cada vez que sale para conseguir la comida que debe robar.
Una mañana Hugo trata de robar el ratón mecánico de la juguetería mientras el juguetero dormita, aunque es atrapado por el vendedor que acusa a Hugo de robarle piezas, pidiéndole que se vacíe los bolsillos, descubriendo dentro de su pañuelo un montón de engranajes y tornillos que robó de su tienda, llevando en su otro bolsillo una libreta llena de anotaciones mecánicas para la creación de un autómata.
El hombre le pregunta a quién le robó la libreta acusándolo de ladrón, escuchándose sus gritos por la estación, saliendo el doberman y el inspector hacia allí, aunque Hugo logra esconderse en el interior de su hogar.
Y por la noche, cuando el tendero cierra su puesto, Hugo se dirige nuevamente a él pidiéndole que le devuelva su libreta, a lo que el hombre se niega, por lo que Hugo lo sigue hasta su casa pese a que está nevando.
Hugo se fija entonces que en el piso superior está una muchacha a la que antes había visto en la estación y lanza una piedra contra su ventana para llamar su atención, pidiéndole que baje, lo que la muchacha hace, preguntándole entonces por su abuelo, respondiendo ella, que se presenta como Isabelle, que no es su abuelo, sino Papa Georges, que le dice está discutiendo justamente por la libreta de la que el niño le habla con mama Jeanne, aunque promete que tratará de ayudarle.
De regreso en la estación vienen a la mente de Hugo los primeros recuerdos del autómata que tiene en su habitación, y que su padre recogió del desván del museo en que trabajaba por las noches y que iban a tirar a la basura.
El secreto del funcionamiento de los autómatas le cuenta que estaba en su mecanismo de relojería y que se construían para los circos y magos, pudiendo hacer diversas cosas, pudiendo el suyo escribir, aunque le faltan piezas, prometiéndole su padre recomponerlo en sus ratos libres, pasando mucho tiempo con él haciéndolo.
Pero un día su padre murió en un incendio mientras trabajaba, recibiendo Hugo la noticia por su tío Claude, que lo despierta para contárselo y para decirle que debe irse a vivir con él a la estación, donde se encarga del mantenimiento de los relojes, empleando a su sobrino como aprendiz, no pudiendo volver al colegio más.
Pero su tío, que siempre estaba borracho a menudo desaparecía, hasta que en una de las ocasiones no regresó, aunque nadie notó su ausencia debido a que los relojes seguían funcionando gracias a él.
Para quienes trabajan en la estación no es ningún secreto que el Inspector Gustav está enamorado de Lisette, la florista, si bien no se atreve a dirigirse a ella avergonzado por el ruido que hace la pierna metálica que le implantaron tras un accidente en que perdió la suya al quedar enganchado a un tren.
Hugo ve llegar a Georges, el juguetero, y le pide que le devuelva su libreta, entregándole un pañuelo doblado, descubriendo al abrirlo que está lleno de cenizas, por lo que se aleja llorando, topándose entonces con Isabelle que le dice que lo que ha hecho Georges es solo un truco de magia y que no ha quemado su libreta, que le dice le alteró mucho, afirmando desear ayudarle, pues está segura de que eso le permitirá vivir una aventura, algo que ella desea por encima de cualquier cosa.
Hugo regresa tras ello a la juguetería, viendo cómo Georges le pone el ratón en la mesa y le pide que se lo arregle, observando cómo el muchacho utiliza las herramientas con gran habilidad y le arregla el ratón perfectamente.
Georges le pide que trabaje para él si quiere ganarse la libreta, decidiendo él cuándo ha saldado su deuda, por lo que a partir de ese momento comienza a reparar o pintar los juguetes, aprendiendo los trucos de magia que su jefe le enseña, mientras por la noche continúa trabajando en el autómata, viendo que las piezas parecen funcionar, pero que no realiza la tarea de escribir para la que fue creado.
Ve también cómo el gendarme detiene a otro muchacho huérfano al que envia al orfanato tras encontrarlo robando un pastel.
Otro día Isabelle lo lleva a la librería de Monsieur Labisse, el cual les permite coger algunos libros, viendo allí Hugo el de Robin Hood, recordando que vio la película con su padre, el cual le llevaba siempre al cine por su cumpleaños, recordando con especial cariño del "Viaje a la Luna", que le pareció maravillosa, contándole Isabelle que ella nunca ha ido al cine porque sus padrinos no le dejan.
Hugo, valiéndose de una ganzúa consigue colarse en un cine con Isabelle, que tendrá así su primera experiencia ante la gran pantalla viendo "El hombre mosca", de Harold Lloyd, aunque no pueden ver el final porque son descubiertos y expulsados del cine.
Isablelle le cuenta entonces que cuando murieron sus padres fue acogida por sus padrinos, papá Georges y Mamá Jeanne, que son muy buenos con ella, aunque no le dejan ir al cine.
Él, por su parte le cuenta que se dedica a cuidar de los relojes de la estación, pues su tío desapareció, pero que no ocurrirá nada mientras el reloj funcione.
De regreso en la estación Gustav se interesa por el muchacho, haciéndolo pasar Isabelle por su primo, que está de vacaciones con ellos.
Y de pronto Hugo se fija en un colgante que lleva Isabelle y que es una llave en forma de corazón, diciéndole a la chica que la necesita, pues tiene la forma del lugar donde debería dársele cuerda al autómata, llevándola finalmente hasta su habitación, quedando la muchacha fascinada por ese mundo de pasillos y enormes maquinarias, hasta que le muestra al autómata, que él dice espera escriba un mensaje de su padre, por lo que se pone muy nervioso antes de probar la llave.
Y cuando la hace girar observa cómo los engranajes del autómata comienzan a girar, aunque en vez de escribir hace una especie de figuras inconexas, lo que desconcierta a Hugo, que al ver que se para se enfada y llora por haber llegado a pensar que podría arreglarlo y que su presencia le serviría para no estar tan solo.
Y de pronto el autómata vuelve a ponerse en marcha, dándose cuenta de que no escribe, como pensaban, sino que lo que hace es dibujar, observando que lo que dibuja es la imagen del cartel de "Viaje a la Luna", y la firma de Georges Méliès, preguntándose Isabelle por qué el autómata firma con el nombre de papá Georges, diciendo Hugo que se trata de un mensaje de su padre que deben descifrar.
Se van tras ello a casa de Isabelle, que le muestra el dibujo a Mamá Jeanne, que al verlo se emociona, contándole que lo hizo el hombre mecánico que su padre rescató de un museo, aunque les pide que no dejen que Papá Georges lo vea, haciendo que se escondan en una de las habitaciones, cuando este llega.
Los niños se fijan en que al esconderlos, Mamá Jeanne miró el armario, por lo que piensan que quizá esté escondida en él la libreta, aunque Isabelle ya la buscó allí sin éxito, encontrando en la parte de arriba un compartimento oculto, donde hay una caja de madera, aunque al cogerla Hugo se cae de la silla en la que se había subido volando al caérsele la caja un motón de dibujos, entre los que llama su atención el boceto que dibujó el autómata.
Al escucharlos, Entran en la habitación Georges y Jeanne, que al ver el suelo lleno de papeles dice que han vuelto a la vida y comienza a romperlos, pidiéndole su mujer que no lo haga, pues es su obra, diciendo al ver a Hugo que es cruel, mientras llora, diciéndole que esperaba su agradecimiento.
Hugo regresa triste a la estación, dándole Isabelle las gracias por llevarla al cine.
Y cuando llega a la estación tropieza con el librero, Monsieur Labisse, haciéndole tirar los libros que llevaba para su sobrino y entre los que está Robin Hood, que le regala.
El bibliotecario les informa de que existe una biblioteca de la academia de cine, a la que van Isabelle y Hugo.
Una vez allí piden un libro sobre los orígenes del cine, escrito por René Tabard, y en el que encuentran hay un capítulo dedicado a Georges Méliès, donde informan que este pionero murió durante la Gran Guerra.
Son sorprendidos mientras leen el libro por su autor, que muestra su curiosidad por el hecho de que estén leyendo su libro, contándole Isabelle que la información del libro es incorrecta, pues Méliès es su padrino y está vivo.
René les muestra su admiración por el cineasta, uno de los primeros en hacer cine, invitándolos a ver el museo que ha creado y que está dedicado a este.
Les cuenta que su hermano trabajó para Méliès como carpintero, asistiendo gracias a ello cuando era un niño a la filmación del "Viaje a la Luna", quedando fascinado al ver el trabajo del autor, que les dice realizó más de 500 películas, aunque se ignora por qué dejó el cine, habiendo sobrevivido solo una de ellas.
Isabelle decide invitarlo a que conozca a Papá Georges.
Mientras arregla uno de los relojes de la estación pierde una de las herramientas que está a punto de caer sobre Gustav, lo que asusta a Hugo, que teme que lo descubra.
Le cuenta a Isabelle que el señor Labisse le regaló un libro, contándole ella que siempre lo hace, pues les busca un hogar.
Le cuenta también que al morir su padre empezó a imaginarse que el mundo era una gran máquina en la que no sobra ninguna pieza y que todas están por alguna razón y que también ellos tienen su misión en esa gran maquinaria.
Un día ve sobre la vía la llave de Isabelle y salta a la vía, descubriendo que en la llave está escrito "Cabre e Hijos. Relojeros", pero entonces el tren se abalanza sobre él, y debido a su presencia no consigue frenar envistiendo contra la pared.
Al despertar se da cuenta de que todo era un sueño, aunque observa entonces cómo su cuerpo comienza a transformarse en autómata, volviendo a despertarse y viendo que era también un sueño dentro de otro.
Finalmente Gustav se atreve a acercarse a Lisette, aunque de nuevo su pierna se le encasquilla, debiendo contarle que se trata de una lesión de guerra, contándole la florista que ella perdió a su hermano en la guerra, regalándole una flor.
Un policía descubre al tío Claude muerto en el Sena y llaman a Gustav, que al enterarse de la noticia se pregunta quién da cuerda a los relojes si Claude lleva ya un tiempo muerto.
Finalmente Tabard acude a casa de los Méliès atendiendo a la invitación de Isabelle, aunque cuando llega Mamá Jeanne, que no sabía nada, le dice que no es bienvenido.
Tabard se excusa asegurando que pensaba que sabían que iba a ir, lamentando el malentendido, aunque antes de marcharse le dice que vio todas las películas de su marido y que le inspiraron, pues era un gran artista.
Jeanne le dice que a su marido le duele recordar su pasado, diciéndole Tabard que la felicita por sus actuaciones, pues la recuerda como actriz en las películas de Méliès, ganándosela de ese modo y sorprendiendo a Isabelle, que no sabía nada de aquello.
Tabard le propone proyectar una película, aceptando ella volver a verla, descubriendo los muchachos maravillados el "Viaje a la Luna", que ven que además es en color, señalando Jeanne que la coloreaban fotograma a fotograma.
Y cuando termina la proyección aparece Méliès, impresionado, diciéndole su mujer que tratar de olvidar su pasado solo le ha traído amargura.
Méliès les cuenta entonces su historia, contándoles que como a Hugo, a él le gustaba arreglar cosas, y al principio le encandiló la magia, por lo que trabajó como mago llegando a tener su propio teatro, donde Jeanne era su ayudante, y su propio taller de teatro, recordando que puso todo su esfuerzo en crear un autómata.
Hasta que un día descubrió el cinematógrafo en una feria y se enamoró del invento al ver la primera película, la de la llegada de un tren y les pidió a los Lumiere que le vendieran una cámara a lo que estos se negaron, asegurando que las películas serían un invento pasajero, por lo que construyó la suya propia con partes del autómata.
Vendieron el teatro para poder construir su propio estudio de cine, haciendo cientos de películas en las que los trucos de magia eran su especialidad, y Jeanne su musa.
Pensaban que aquello no acabaría. Pero llegó la guerra y a los soldados después de ver tanta realidad no le gustaban ya sus películas, generando grandes deudas que le obligaron a vender sus películas para fabricar productos químicos con los que se hacían los tacones, comprando con el dinero conseguido la tienda de juguetes.
Quemó sus decorados y disfraces, conservando solo su autómata que donó a un museo, aunque nunca lo exhibieron, asegurando que los finales felices se dan solo en el cine.
Pero Hugo se dispone a demostrarle que no es cierto, y sale corriendo feliz hacia la estación, viendo que Monsieur Frick ha optado por comprarse un perro igual al de Madame Emile, lo que le permitirá, mientras estos juegan entre sí, poder estar con ella.
Consigue esquivar al Inspector Gustav, al que escucha contar entonces que ha aparecido Monsieur Claude muerto en el río Sena donde debía llevar varios meses.
Y entonces los perros de Emile y Frick encuentran al muchacho que debido a ello es detenido por el gendarme, que lo retiene y encierra, tras acusarlo de haber estado saboteando su estación durante mucho tiempo, y que ahora tendrá que ir al orfanato.
Pero mientras Gustave habla por teléfono para pedir que vayan a recogerlo Hogo saca una ganzúa que llevaba escondida y consigue abrir la puerta, y escapando, perseguido por el policía y por su perro, consiguiendo colarse por un respiradero, si bien esta vez Gustave descubre su escondite y lo persigue por los pasadizos del reloj hasta la parte superior de la torre, por lo que se ve obligado a salir por fuera de esta y quedar colgando en el vacío agarrado a la manecilla del reloj como El hombre Mosca.
Gracias a ello, y aunque corriendo un gran peligro, logra esquivarlos, y puede recoger el autómata, que envuelve en una manta para llevarlo a casa de Méliès, aunque descubierto nuevamente por el policía, este lo agarra haciendo que el autómata salga volando por los aires para caer en la vía justo en el momento en que llega un tren.
Hugo coge el autómata, pero es incapaz de salir de la vía, siendo rescatado por Gustav que lo agarra de un brazo y consigue sacarlo a tiempo.
Hugo le pide que no lo lleve al orfanato, lamentando estar solo por haber muerto su padre, y, aunque conmovido, Gustav señala que debe cumplir las leyes.
Pero aparece entonces Méliès y su familia, que le dice a Gustav que ese chico le pertenece, por lo que el gendarme lo deja en libertad, entregándole Hugo el autómata a su dueño, aunque lamentando que esté roto, diciéndole Méliès que no lo está y que funcionó perfectamente.
Poco tiempo después René Tabard presenta en un gran teatro una gala en homenaje al gran Georges Méliès como pionero de la industria cinematográfica, anunciando que consiguieron encontrar más de 80 de sus películas, habiendo sido nombrado miembro de la Academia del cine, dando Méliès las gracias al público y en especial a Hugo por su valentía.
En la fiesta posterior, a la que acuden todos los tenderos de la estación, y Gustave, que ahora ya no tiene miedo a que su pierna le falle, mostrándole a Lisette la nueva, que le diseñó Hugo, que está feliz con su nueva familia, mientras Isabelle escribe la historia.