Te cuento la película

¿Es el enemigo? La película de Gila

España / Portugal (2024) *

Duración: 95 min.

Música: Miguel Santos

Fotografía: Carlos García de Dios

Guion: Alexis Morante, Raúl Santos (Historia: Alexis Morante, José Alba)

Dirección: Alexis Morante

Intérpretes: Óscar Lasarte (Miguel Gila), Carlos Cuevas (Pedro Tabales), Natalia de Molina (Rosa), Salva Reina (Cabo), Adelfa Calvo (Abuela), Vicente Romero (Teniente Villegas), Iván Villanueva (Maestro), Antonio Bachiller (Ginés), David Elvira (Pantxo), Ramón Ibarra (Abuelo), Guiomar Puerta (Patricia).

Miguel Gila recuerda que su padre decía que no había nada de lo que uno no se pudiera reír, hasta que estalló la guerra, y en ese momento nadie le veía la gracia a eso de hablar con el enemigo.

Mientras se aísla en el baño para poder dibujar, lo busca su amigo Pedro.

Recuerda el día que hizo su último dibujo antes del inicio de la guerra.

En medio del tumulto, pierde el dibujo, y al tratar de encontrarlo se ve en medio de un enfrentamiento entre fascistas y gente de izquierdas que comienzan a pelearse antes de la llegada de la policía.

Pedro y él salen huyendo de los agentes.

Cuando llega a su casa, la abuela Manuela le dice que debe quedarse allí ayudando al abuelo y no meterse en problemas y le pide que no le haga tanto caso a Pedro con la lucha obrera y la revolución.

Para animarla, la lleva al cine a ver una película de Chaplin, que es lo único con lo que se reía después de la muerte de su hijo, el padre de Miguel.

Se encuentran a la salida con Pedro, que va a una reunión de los socialistas, y aunque la abuela le pide que no se meta en líos, se va con su amiga y con las dos chicas que lo acompañan, Patricia y Maruja. Y Mientras Pedro se reía con su amigo, él le hacía gracia a Maruja.

Pero mientras baila con ella, anuncian el inicio de la guerra.

Pedro enseguida le anima a unirse al ejército de la República para salvar al mundo de los fascistas y a ser unos héroes.

Él, influido por el espíritu revolucionario se presenta feliz ante sus abuelos a los que dice que no quiere quedarse allí como un cobarde. Pero su abuela le dice que él se va a quedar allí, pues ya se quedó sin hijo y no quiere perder también a su nieto.

Pedro le cuenta esa noche que consiguió ya los carnets de la Juventudes Socialistas, y cuando él le dice que no quiere ir a la guerra, Pedro le asegura que esta durará dos días y consigue convencerle para que vaya con él.

Miguel decide seguir a su amigo y va a buscar sus cosas mientras los abuelos duermen, aunque su abuela lo escucha y, sabiendo que es inútil tratar de convencerlo, le dice que no se separe de Pedro y que no se le ocurra no volver vivo.

Era la primera vez en la vida que Miguel salía del barrio.

Subieron a un camión lleno de muchachos temerosos y a la vez emocionados, y entonces se dan cuenta de que se equivocaron de camión, pues subieron al de las Brigadas Populares Comunistas, en vez de en el de las Juventudes Socialistas, por lo que hacen que pare el camión para subirse al de los socialistas.

Pero llega en ese momento un General que les dice que disparará al hombre que vea en la carretera, por lo que deben subir al mismo camión en que venían.

El teniente les anuncia que están a punto de entrar en la guerra y que a partir de allí se distribuirán en escuadras y les irán soltando en cada parada para que evacúen los pueblos y luego se reunirán en el cuartel en el valle.

Él trata de quedarse con Pedro, pero les obligan a separarse.

Les entregan las armas, les dan una somera explicación de cómo cargar y los dejan allí.

Pedro le dice que luego se verán en el cuartel.

Llegan con el cabo al pueblo asignado, donde no ven ya a nadie.

Entran en una casa y Rosa, una miliciana que van con ellos propone llevarse todo lo que encuentren por si lo necesitan, aunque entonces notan movimiento en un baúl.

Al abrirlo encuentran a una mujer sorda y a su hija escondidas y les dicen que los fascistas ya arrasaron con todo.

Ven entonces por la ventana a un grupo de fascistas y huyen hacia el bosque, donde tratan de buscar el río, aunque Miguel se despista y pierde al grupo y, al hacerse de noche se cae en el río, donde vuelve a encontrarse con sus compañeros, y llegar hasta el cuartel donde les dijeron que se encontrarían con los demás, aunque no hay nadie.

Duermen afuera a la espera de los demás.

Él trata de dibujar algo para animar a sus compañeros, pero no se le ocurre nada.

Rosa propone colocar la bandera republicana en lo alto de un poste para marcar territorio y para poder ver desde allí el panorama.

Para hacerlo suben uno encima del otro, y mientras lo hace él les va contando la anécdota de uno que subió al palo de la luz y acabó carbonizado, haciendo que sus compañeros se rían.

La última en subir es Rosa, que desde arriba otea el horizonte con los prismáticos, y observa que desde allí solo se ven ban banderas nacionales en todos los pueblos.

Rosa dice que deben moverse y huir, pues están en territorio enemigo, aunque Gila les dice que es mejor quedarse allí y esperar a los demás.

Ocultos en ese bastión comienzan a pasar los días, y pasado un mes sigue sin aparecer nadie.

Una noche escuchan disparos a lo lejos.

Al verlos a todos tan tristes, Gila se inventa que llama por teléfono y hace que todos simulen hablar con sus familiares y pueden recordarlos.

Solo Rosa no lo hace, por lo que Gila simula que es su padre, aunque ella pide finalizar el juego, y él le pide que haga de su abuela a la que él llama.

Ya saben que nadie irá a buscarlos, por lo que deciden finalmente abandonar el puesto para tratar de contactar con los suyos.

Llegan a un lugar donde ven que hay una vaca y piensan en ella para tomar leche.

Pero frente a ellos están los nacionales, que reivindican que ellos la vieron primero.

Gila propone un pacto a sus enemigos. Les ofrece que vayan ellos primero a ordeñar a la vaca y luego lo harán ellos.

El fascista va primero, pero no logra ordeñarla, por lo que envían a Pantxo, pues en su pueblo había vacas, pero tiene tanto miedo que ni se acerca, por lo que decide sustituirlo Gila, que se encuentra al otro lado de la vaca con uno de los fascistas, por lo que deciden repartirse las tetas de la derecha para uno y las de la izquierda para otro.

Ve que el fascista es de Chamberí y que se llama Miguel, como él.

Pero no terminan de ordeñarla, pues mientras lo hacen aparece una escuadrilla de aviones que comienza a tirotearlos y deben huir hacia el bosque.

Durante la huida cae Ginés, uno de sus compañeros, que está herido, en una tumba que estaba abierta, por lo que Gila baja para tratar de animarlo, tras cubrir la tumba para que no les moje la lluvia y le cuenta que cuando nació su madre no estaba en casa.

Su compañero muere escuchándolo y riendo.

Cuando sale a la mañana siguiente de la tumba ve que fuera está un grupo de soldados republicanos y ve que están allí sus compañeros, todos con algunas heridas.

Les cuenta que no pudo salvar a Ginés, y ellos le cuentan que perdieron a Pantxo.

Rosa les pregunta qué se creían que era la guerra.

Escucha que piden que se suban a uno de los camiones quienes vayan a Madrid y decide ir hacia el camión, aunque antes de llegar es atropellado entonces por una ambulancia.

Cuando se despierta se da cuenta de que está en su habitación, aunque con un gotero.

Sale y ve afuera a sus abuelos.

La abuela lo abraza feliz y le hace croquetas.

La abuela le dice que tuvo suerte de que lo atropellara una ambulancia, pues lo llevaron directo a Madrid.

Encuentra mal a los abuelos.

De hecho, su abuela tiene momentos en que parece perder la consciencia, y se le queman las croquetas, o vuelve a saludarlo feliz como si lo viera por vez primera.

Él se sorprende al ver que la capital está siendo bombardeada, y su abuela le dice que están en guerra y que eso es lo que pasa en las guerras.

Le dice luego que se irá a Moscú en un barco de los que envían con niños hacia allí.

Le cuenta que instalaron teléfono en casa para que él la llame de vez en cuando y le diga que está vivo.

Un día recibe la visita de Patricia, la mujer de Pedro, que le muestra una foto de él, que dice que está en un cuartel de instrucción, pero que no volverá hasta que encuentre a Miguel o su abuela lo matará.

Patricia le cuenta que está embarazada y le da un patuco para que se lo entregue a Pedro.

Vuelve al frente, y al llegar al cuartel ve que Pantxo está vivo y le cuenta que ahora es cabo, y también está el cabo, que ahora es sargento y se encarga de la instrucción.

Esa noche el teniente les informa que van a atacar al enemigo al día siguiente.

Pero mientras trata de arengar a sus hombres ve cómo Gila lo interrumpe al estar hablando con los soldados para preguntarles si está allí su amigo Pedro, pues va a ser padre.

Uno de los soldados le dice entonces que conoce a Pedro Tabares y forma parte del primer batallón, que está en ese momento en el bosque.

Enfadado con él por su interrupción, el teniente firma una orden de arresto indefinida, aunque el encargado de llevárselo, el sargento, con el que compartió momentos difíciles antes se lo lleva y, en vez encerrarlo le entrega un salvoconducto y lo acompaña junto con Pantxo, hacia el bosque para tratar de ayudarlo a encontrar a Pedro.

Allí, encuentran a los soldados ya preparados para iniciar la batalla y consiguen que los lleven hasta Pedro Tabares, que les dicen está em primera línea, por lo que avanzan con el resto de los soldados, entre los que encuentra de nuevo a Rosa, aunque cuando llegan hasta él ven que se trata de otro Pedro Tabares.

Pero una vez allí deben seguir avanzando con los soldados que están en primera línea.

Un cañonazo retumba de pronto a su lado y lo deja aturdido.

Comienza tras ello el tiroteo, y ve cómo el sargento es alcanzado por otro impacto, y ve cómo Rosa es alcanzada poco después.

Las balas y los cañonazos retumban a su alrededor y se siente desvalido.

Un soldado del otro bando acaba con Pantxo y está a punto de acabar con él, aunque al soldado se le acaban las balas, por lo que, pese a estar en shock consigue dispararle él, que continúa tras ello, acabando con varios soldados nacionales.

Hasta que se le acaban las balas. Corre entonces hasta salir del bosque y en campo abierto se dejar caer y cae sin sentido.

Se despierta poco después y ve un tipo a caballo con una máscara anti gas.

Detenido, acaba en caminando junto a un grupo de soldados detenidos, entre los que se encuentra su teniente, que no para de protestar y exige que le dejen hablar con un superior y que se cumplan los códigos de la guerra, aunque lo único que consigue es que lo golpeen duramente.

Y, de pronto, Gila se da cuenta de que el prisionero que está justo detrás de él es Pedro, que lleva la cara destrozada y al que no le salen las palabras.

Le explica que lleva toda la guerra buscándolo y sabe por Patricia que él también lo buscó y le cuenta que tiene buenas noticias para él, pues va a ser padre, y le entrega la carta y el patuco que le dio su mujer.

Pedro llora, pero sigue sin decir nada.

Llegan de noche hasta un lugar donde descansan y escuchan cómo los soldados que los arrestaron discuten con los que estaban allí y a los que se los entregaron porque ninguno de ellos quiere cargar con la responsabilidad de su fusilamiento.

Finalmente se encargarán los segundos.

A la luz de los faros del camión los colocan ante la pared, y comienza a llover.

Gila ve cómo Pedro llora desconsoladamente y él trata de tranquilizarlo y le dice que le habría gustado mucho conocer a su hijo y que tiene mucho miedo y que no quiere morir, pidiéndole Gila calma.

Simula entonces que hace una llamada y que él es el hijo, que lo llama y consigue así hacerlo reír mientras ordenan disparar contra ellos.

Él les pide un momento a los soldados encargados del fusilamiento y solicita que les pregunten por su última voluntad, y comienza a cantar "maní.

Mientras canta abren fuego contra ellos.

Cuando amanece, abre los ojos y ve que está vivo y rodeado por sus compañeros muertos.

Coloca el patuco en la mano de Pedro y la aprieta.

Como los soldados nacionales duermen, él avanza entre los cadáveres tratando de huir y se da cuenta de que el teniente todavía respira y que comienza a insultar a los soldados y los dice que son unos fascistas que no saben ni disparar.

Le pide a Gila que lo deje morir, pero él se niega. Carga con él y huyen por el bosque llevando a su superior a cuestas con gran dificultad.

Ven cómo toda la zona está tomada por los nacionales y decide dejarlo, al llegar a una población, en una iglesia, pues es el lugar más seguro.

El teniente le dice que siente lo de su amigo y él recuerda que estaba tan asustado que parecía otro.

El teniente le dice que es la guerra, que los cambia a todos y que será muy difícil el regreso, pues te enseñan a odiar, pero no a perdonar.

Le pregunta si tiene a alguien que le espere, y él le dice que sí, que su abuela, que le pidió que no se muriera.

El teniente le cuenta que tiene tres hijas y puede que vuelva a verlas gracias a él.

Le dice luego que hacen falta más idiotas como él y menos personas como él y le pide que no se rinda y que le deje en la iglesia.

Avanza por un pueblo donde mataron a buena parte de los vecinos.

Se encuentra con un soldado nacional y le pregunta quién ganó, y le dice el soldado que cree que ellos.

Se une a un grupo de prisioneros, tanto civiles como militares, que avanzan escoltados por soldados nacionales.

En la celda recibe palizas y luego les obligan a cantar el Cara al sol con el brazo en alto.

Dice que en prisión tiene mucho tiempo para pensar y ahí debes dar las gracias al enemigo, pues con tanta pared le vuelven las ganas de dibujar.

Pinta en ella un dibujo de él vestido como soldado que dice: "Abuela, estoy vivo".

Dice que el que se quedó en la guerra fue Miguel, pero el que sigue avanzando es Gila.

Asegura, vestido de soldado que su padre tenía razón, y que vivir sin reírse es una faena y no se lo desea ni a su enemigo pese a que los fusilaron, aunque a él lo fusilaron mal, y puede que algún día hable con el enemigo, a través del teléfono.

Sale vestido de soldado, pero ahora lo hace al escenario.

Ve entre el público a su teniente con sus tres hijas y a Patricia con su hijo.

Saca tras ello de su macuto un teléfono y pregunta "¿Es el enemigo? Que se ponga".

Calificación: 2