El mundo es nuestro
España (2012) *
Duración: 87 min.
Música: Sergio Moure
Fotografía: Maravilla Gypsy Band
Guion y Dirección: Alfonso Sánchez
Intérpretes: Alfonso Sánchez (el Cabeza), Alberto López (el Culebra), José Rodríguez (Fermín), Alfonso Valenzuela (Ricardo), Joserra Leza (don Manuel), Maite Sandoval (Inspectora Jiménez), María Cabrera (Sabina), Daniel Morilla (Fran), Olga Martínez (Natalia), Francisco Torres (Paco), Antonio Dechent (Delegado del Gobierno), Antonia Gómez (Macarena), Estrella Corrientes (Marta).
En una sucursal bancaria de la calle San Jacinto del sevillano barrio de Triana varias personas tratan de solventar sus asuntos.
Hay un hombre que está en paro y que desea que le adelanten el pago de un recibo aunque aun no ha cobrado, teniendo mucha prisa, pues tiene que ir a sellar la cartilla del paro, pese a lo cual lleva un mono de trabajo.
Hay también una pareja de jóvenes gestionando la obtención de una hipoteca para casarse.
Hay también una funcionaria que acude al banco durante la hora del almuerzo y hay un hombre de negocios en la oficina del director.
Es el mes de abril, y en plena Semana Santa entran en la sucursal el "Culebra" y el "Cabeza", dos rateros vestidos de nazarenos que amenazan con sus armas a clientes y empleados del banco esperando obtener el dinero suficiente para huir a Brasil.
Todo va bien hasta que, cuando están a punto de marcharse con el botín entra en la sucursal otro hombre, un hombre mayor que lleva el cuerpo recubierto de explosivos y que amenaza con hacerlos explotar si no avisan a la televisión.
Al frente de los policías que deben hacerse cargo de la situación está la inspectora Jiménez, que pide a los empleados del banco que colaboren con los asaltantes para evitar problemas.
Entretanto el Culebra y el Cabeza estudian el modo de salir del entuerto, planteando el segundo matar al suicida, lo que los convertirá en unos héroes, lo que no es bien visto por el Culebra, que piensa que aunque lo hagan acabarán entre rejas y además él se ve incapaz de matar a nadie.
Por su parte el director de la sucursal y el cliente al que atendía están también preocupados, y el primero, que hasta ese momento había asentido a todo lo que le proponía el segundo le dice que desea abandonar el negocio del que trataban, recordándole el segundo que no puede hacerlo, pues los colombianos no le van a permitir que se eche atrás y si lo hace acabarán con él.
Entretanto la inspectora Jiménez trata de negociar con los de dentro, pero debe lidiar con los problemas de fuera, ya que por esa calle tiene previsto su paso una de las cofradías de Semana Santa, y aunque ella pide que cambien la ruta de la misma los municipales le dicen que se nota que no es de Sevilla.
La inspectora entra en la sucursal para negociar con los asaltantes, pidiendo el hombre de los explosivos que permitan la entrada de una cámara de televisión y los segundos un vehículo que los lleve hasta el aeropuerto para ir a Brasil.
Dado que la situación parece haberles desbordado llega hasta el lugar el propio comisario Narváez que decide encargarse personalmente de la situación llevando a los GEOS, a los que despliega para que entren en acción asaltando la sucursal y acabando con los que secuestradores.
Pero entre los rehenes se encuentra una periodista que les dice que ella conseguirá que el suicida salga en televisión, pues de lo contrario la policía actuará, aunque no pueden hacerlo ya que han cortado todas las líneas.
Se ofrece entonces el muchacho que había acudido a pedir la hipoteca con su novia para tratar de conseguir una conexión por Internet ya que es ingeniero informático - aunque trabaje como reponedor del Carrefour - el cual acaba consiguiendo línea para emitir por televisión el reportaje, aprovechando además mientras lo hace para decirle a su novia que no quiere la hipoteca que iban a pedir.
Ya con la línea, la periodista contacta con su cadena, apareciendo en todas las televisiones el mensaje del suicida.
Este, Fermín, afirma ser un empresario de la construcción de 58 años al que los impagos de la administración le llevaron a no poder pagar a sus trabajadores, por lo que dejó a varias familias sin poder comer.
Su mensaje llega a todos los rincones y todo el mundo le apoya, por lo que el comisario se ve obligado a retirar a los GEOS, siendo incapaz de decidir qué hacer.
Todos hablan ante las cámaras exponiendo sus puntos de vista.
La gente acabará agolpándose a las puertas del banco gritando en apoyo a Fermín, y aunque este decide que ya pueden marcharse si lo desean, sus rehenes deciden continuar con él.
La cajera, está harta de aguantar a sus jefes y de llevar demasiado tiempo sin tener relaciones con un hombre, besando ante las cámaras al Culebra.
El informático discute entretanto con su novia diciendo que no está de acuerdo con el lugar que han elegido para vivir, y de que ni siquiera sabe si quiere casarse.
Y aprovechando la discusión, el director y su socio le roban a Fermín el detonador y se disponen a huir con un maletín, y con el mando en sus manos el director les cuenta a cada uno de los presentes lo que piensa de ellos, para encontrarse tras haber insultado a todos con que Fermín confiesa que sus explosivos son de plastilina, por lo que de nuevo son el Culebra y el Cabeza los que se pongan al frente, quedándose con el maletín, que no consiguen abrir, debiendo ser ayudados por otro de los rehenes, un chino.
Visto el jaleo mediático producido debe salir a la palestra el Delegado del Gobierno, que acepta la sugerencia de la inspectora Jiménez de aprovechar la situación mediática para ponerla a su favor.
Coge por ello un megáfono y le dice a Fermín que solucionarán su problema, ganándose de ese modo al público que observa la escena.
Lo que estos no saben es que el Delegado del Gobierno es cómplice del director de la sucursal y del empresario en sus trapicheos, por lo que pide que suelten a los rehenes, amenazando con arrasar la sucursal si no lo hacen.
Y finalmente los rehenes salen mientras se acerca hasta allí una procesión.
La inspectora Jiménez creía que le hicieron caso cuando pidió que desviaran la procesión, pero ella era de Burgos y no conocía la idiosincrasia sevillana, negándose los cofrades a desviar su rumbo, pues deben llegar a una capilla, y, tras cinco años sin poder procesionar por la lluvia, no están dispuestos a no hacerlo.
La procesión continúa en contra de la policía, consiguiendo gracias a ello huir el Cabeza y el Culebra.
Algún tiempo más tarde Fermín fue absuelto por un jurado popular y consiguió salir adelante gracias a una donación anónima de 500.000 euros.
Entretanto los atracadores podrán viajar hasta Brasil, aunque lo harán sobre una moto de agua que enseguida se les quedará sin gasolina, como les pasaba con la de tierra.