Te cuento la película

El infierno del odio

Tengoku to Jigoku (1963) * Japón

Duración: 143 Min.

Música: Masaru Satô

Fotografía: Asakazu Nakai, Takao Saito

Guion: Hideo Oguni, Akira Kurosawa, Ryuzo Kikushima, Eijiro Hisaita (Novela: Evan Hunter)

Dirección: Akira Kurosawa

Intérpretes: Toshiro Mifune (Kingo Gondo), Tatsuya Nakadai (Inspector Tokura), Ky?ko Kagawa (Reiko Gondo), Tatsuya Mihashi (Kawanishi), Isao Kimura (Detective Arai), Yutaka Sada (Aoki), Kenjiro Ishiyama (Detective Taguchi), Takeshi Kat? (Detective Nakao), Tsutomu Yamazaki (Ginjirô Takeuchi).

Un grupo de directivos de la empresa National Shoes, los directores de ventas, de diseños y de marketing visitan a Kingo Gondo, director de la fábrica, dispuestos a convencerle de cambiar la línea de fabricación, pues los zapatos que fabrican no son competitivos debido a que el jefe está anticuado, pues su estilo son las botas militares, pero con sus acciones controla a los accionistas, por lo que desean unir sus fuerzas, aunque el director de fábricas les recuerda que el jefe tiene el 25% de las acciones y ellos solo el 21%, aunque, le dicen, esperaban contar con su 13%.

Pero él dice que, aunque el jefe esté anticuado, sus zapatos son buenos, y los que ellos le presentan son basura.

Recuerda que empezó a trabajar allí 30 años atrás y siempre ha vivido para la empresa, y recuerda cada zapato, y, si venden los que ellos proponen no durarían ni un mes, pues son muy malos, ya que no están cosidos, sino pegados y dentro son de cartón y el forro es endeble, aunque le recuerdan que es un negocio y necesitan beneficios.

Gondo les dice que él hará zapatos buenos, cómodos y duraderos, e incluso a la moda, y, aunque sean caros, a largo plazo darán beneficios.

Le dicen que en ese caso se unirán al jefe y le echarán, marchándose enfadados.

Los acompaña afuera Kawanishi, mano derecha de Gondo y futuro directivo, al que preguntan qué oculta en la manga y cuál es su plan, y le dicen que si les ayuda, le harán director.

Le confiesa a Reiko, su mujer, que quieren echarle, pero que ha tomado medidas que no quiere decir aún asegurando que los barrerá.

Mientras ellos hablan, su hijo Jun juega con su amigo Shinichi, hijo del chófer a vaqueros, animando Gondo a su hijo, tras intercambiarse el papel de sheriff con Shinichi, a que no se limite a huir, asegurando que entre hombres se gana o se pierde.

Su mujer le dice que se ha vuelto demasiado duro y no debe sacrificar a otros por el éxito, diciendo él que solo quiere hacer zapatos.

Recibe una llamada de un hotel en Osaka y habla con alguien a quien le pide que cierre el trato, pues le dijo que estaba en sus márgenes y enviará el dinero por la noche, pidiéndole a Kawanishi que reserve un billete para Osaka, y en una nueva llamada en que le dicen que está todo arreglado, les dice que su ayudante, Kawanishi, saldrá a las 22 con un cheque de 50 millones.

Les cuenta entonces a su mujer y a Kawanishi que no tiene solo el 13% de las acciones, pues ha comprado un 15% más en los tres últimos años y acaba de comprar un 19% más, por lo que posee un 47% y el viejo y los otros solo suman el 46%, por lo que National Shoes es suya.

Su mujer le pregunta cómo ha conseguido tanto dinero, diciéndole que lo ha hipotecado todo, incluida la casa, indicándole su ayudante que faltan 100 millones, diciendo que si se hace con la empresa los conseguirá.

Llega Aoki, el chófer, a cambiar de ropa a su hijo Shinichi, que piensa que estará sudando, pidiéndole Gondo que lleve a Kawanishi a Haneda, el aeropuerto.

Pero justo en ese momento recibe una llamada en que le dicen que han secuestrado a su hijo y le pide 30 millones en 1.000 billetes de 10.000 con numeración discontinua, 3.000 de 5000 yenes, 5.000 de 1000 y le pide que lo arregle para el día siguiente, diciéndole que le volverá a llamar y que no llame a la policía.

Gondo asegura que pagará lo que sea, y, mientras están tan agobiados y la madre llora, aparece el niño, al que preguntan por Shinichi diciendo él que se escondió y no fue a buscarlo, por lo que no sabe dónde está.

Recuerdan que llevaba la ropa de Jun y pide llamar a la policía, pues el secuestrador se dará cuenta de que se ha equivocado y que el chófer no puede pagar ese dinero.

Llegan poco después, en efecto, los policías, al mando del Inspector Tokura, disfrazados como si se tratara de empleados de unos grandes almacenes.

Colocan un dispositivo en el teléfono para grabar las llamadas.

Gondo les pide que digan por radio y televisión que el secuestrador se equivocó de niño, pero Tokura le indica que si lo hacen, sabrá que les llamó y puede matarlo, pues el rehén es su protección, y deben salvar primero al niño y luego detener al secuestrador.

Le indica que es un caso especial, pues en los secuestros nunca se pidieron más de 2 millones. Nunca pidieron 30, por lo que piensan que puede ser un desequilibrado.

Cuentan a la policía que Aoki es viudo y Shinichi es su único hijo.

Poco después reciben una nueva llamada y la graban.

En ella, el secuestrador le dice que se equivocó de niño, pero que debe pagar de todos modos, asegurando que no hay ninguna razón especial para haberle elegido a él y que, incluso se alegra de haberse equivocado, pues de ser su hijo sería un chantaje.

Le indican los policías que, al no ser chantaje, ni secuestro por interés, le caerían, de detenerlo, como mucho 5 años.

Gondo piensa que el secuestrador no quiere solo dinero, que quiere verlo humillado y sufriendo, y asegura que no pagará, aunque Reiko dice que su hijo se siente responsable y ella también, diciéndole Gondo que no hay responsables, pues se trata de un maníaco.

Ella recuerda que dijo que pagaría el rescate de Jun, aunque Kawanishi le recuerda la situación de su marido, que lo hipotecó todo y no podrá reunir tanto dinero.

Kawanishi le pregunta luego al inspector si puede garantizar la vida del niño, pues el loco puede haberlo matado, o hacerlo aunque paguen, diciendo el policía que puede pasar, pero que pagar ayudaría a evitarlo y no cree que mate a un niño, pues parece inteligente y sabrá que matar a un niño le supondrá la pena capital, aunque parece obsesionado, por lo que es mejor seguirle la corriente.

Kawanishi le dice a Gondo que no debe pensarlo, pues pagar supondría la ruina, y se muestra dispuesto a ir a Osaka, insistiendo en que lo hará pese a que suena de nuevo el teléfono, sin importarle quién llame, aunque Gondo le pide que espere.

En la llamada, el secuestrador les pone al niño para que vean que está bien, aunque angustiando llamando a su padre, y le dice a Gondo que depende de él que el niño siga bien.

El padre llora tras escucharle y pide a su jefe que lo salve, pues cuando le devuelvan al niño la policía recuperará el dinero y se lo devolverá y le asegura que si le presta el dinero, será su esclavo hasta que muera y Shinichi también trabajará para él.

Gondo le dice que pondría el dinero, pero que no puede, aunque Reiko le dice que le ayudarán, que ella se lo pedirá a su marido.

Sale además Jun preguntando si volvió Shinichi, acabando Gondo por pedir a Kawanishi que posponga su viaje hasta el día siguiente, y le devuelve el cheque.

Por la mañana, los policías le informan que hay una investigación especial en marcha y si demuestran que el secuestro fue por interés económico, la pena será de 15 años.

Gondo les dice que pensó toda la noche y decidió no pagar, pues hacerlo le supondría perder la posición que tantos años le costó alcanzar, por lo que no lo hará ni aunque le garanticen que recuperarían su dinero, pues el trabajo es parte de él.

La mujer, que lo escuchó no puede creerlo, insistiendo él que no puede permitírselo, pues si paga estarán en la ruina, le echarán de la empresa y estará cargado de deudas, diciéndole su esposa que podrá volver a empezar.

Pero él le dice que ella no sabe lo que es la pobreza. Y él puede empezar, pero ella no, pues toda su vida ha vivido lujosamente, aunque ella le dice que puede adaptarse, insistiendo Gondo en que debe pensar en ella y en Jun, y, aunque le duele ver a Aoki suplicarle, pagar ese dinero es un suicidio e insiste en que no lo hará.

Aparece entonces Kawanishi y le pide que lleve el cheque a Osaka, pero este, que estaba tan decidido a hacerlo el día anterior, le dice que lo ha estado pensando y si va a Osaka, él pasaría a controlar la empresa, pero la gente le culparía de haber sacrificado a un niño y sería su ruina, y nadie compraría sus zapatos y le pide que piense en su esposa y le recuerda que fue la dote de esta la base de su fortuna y que una vida es más importante que ese dinero.

Gondo le pregunta cuándo ha cambiado, pues era un frío hombre de negocios, y le pregunta qué pasó la noche anterior para querer sabotearlo sabiendo que si paga acabará hundido, por lo que le pregunta si lo ha vendido a los otros tres ejecutivos, confesando que sí. Que saben lo de Osaka, pues al verlo dudar por la noche pensó que acabaría pagando y se preguntó qué pasaría con él y decidió cubrirse las espaldas.

Gondo le manda marcharse, diciéndole a su jefe que él será el siguiente en escuchar eso, pues, el viejo y el señor Baba están reunidos, aunque él le dice que todavía podría echarlos a todos, diciéndole Kawanishi que no puede dejar morir al niño.

Tokura le dice entonces que tiene derecho a proteger su vida. Que su prioridad es salvar al niño, pero sin sacrificarle a él, aunque, pese a todo, le pide que cuando llame el secuestrador le diga que va a pagar para ganar tiempo, preguntándole dónde y cómo hacer el pago.

Aoki le pide perdón y le dice que no sabía nada cuando le pidió que pagara y le dice que no se preocupe, pues está seguro de que no matará a su hijo, pues nadie sería capaz de hacerlo y seguro que Shinichi escapará, pues es listo.

Suena finalmente el teléfono, pero Gondo está en la ducha y tarda, preguntándole el secuestrador si está tramando algo, pues es la primera vez que echa la cortina de su casa de día, diciéndole que puede verle fácilmente ya que vive en lo alto de una colina.

Los policías deben esconderse para que abra las cortinas y que el secuestrador vea que no trama nada, viendo con él solo a su mujer y al chófer.

Gondo le dice que ha decidido pagarle, pero solo si el niño está bien, para lo que quiere verlo y cerciorarse de ello, diciendo el secuestrador que lo pensará, pues le huele mal.

No lograron localizar la llamada por muy poco, pero han ganado algo de tiempo y si accede el secuestrador, podrán organizar algún plan.

Gondo llama al Banco de Tokio y habla con el director y pide los 30 millones, siguiendo las instrucciones del secuestrador, haciendo que Reiko y Aoki se emocionen, asustándose Jun al ver llorando a su madre.

Al escuchar la grabación de la llamada, Tokura dice que le pareció escuchar cómo caía una moneda, por lo que pide que investiguen las cabinas de la zona.

Oyen luego la siguiente llamada grabada, otra en que Gondo dijo que tenía el dinero y en que el secuestrador acepta su condición de ver que el niño está bien.

Le exigen llevar el dinero en dos maletines de menos de 7 cm. de ancho y que los cierre sin llave, debiendo subir con ellos al tren expreso Kodama 2.

Preparan los maletines pensando que el secuestrador, tras coger el dinero se deshará de ellos enterrándolos, quemándolos o tirándolos al agua, por lo que colocan una pastilla que despide un fuerte olor si se moja y, si se quema, un polvo que despide un humo de color rosa, para darles una pista y deciden marcar los billetes de 1.000 que son los que más se usan.

El propio Gondo coge la caja de herramientas y coloca la cápsula y el polvo. él mismo, pues, indica, antes, los zapateros, también hacían maletas, y sus conocimientos de cuando empezó le serán muy útiles.

Sube al tren, según las instrucciones del secuestrador, viajando a poca distancia de él Tokura y el detective Taguchi, al que llaman "contramaestre" y varios policías más, uno de los cuales recorrió el tren y comprobó que el chico no está en el tren.

Por los altavoces llaman a Kingo Gondo de National Shoes y piden que atienda su llamada en el teléfono de la cafetería.

Acude en efecto a esta, lo que les hace pensar que el cambio será en la siguiente estación, por lo que va el contramaestre también a la cafetería, aunque no oye nada.

El secuestrador le dice que pronto cruzarán el río Sakawa y podrá ver al niño bajo el puente.

Tras salir de la cabina explica a los policías que podrá ver al niño, y tras ello debe tirar los maletines, aunque los policías le dicen que las ventanas no se abren, pero el hombre le dijo que las del lavabo se abren 7 cm, lo suficiente como para que quepan los maletines que le ordenó comprar.

Los policías concluyen que lo hizo muy bien, pues como no hay paradas hasta Atami, podrá huir fácilmente, no pudiendo parar el tren para no poner en peligro al niño, y que debe haber al menos dos hombres, uno con el niño y otro para recoger el dinero.

Pide a Taguchi que haga fotos, habiendo otro policía que grabará todo desde la cabina.

Piden a Gondo que se fije bien en el niño y compruebe que es Shinichi, lo que confirma, tras lo que lanza los maletines, viendo cómo un hombre corre a recogerlos.

Tras bajar del tren regresan en coche hasta el puente, donde recogen a Shinichi, que está en efecto allí todavía y en buenas condiciones.

En la ciudad, la policía investiga las cabinas telefónicas desde las que se ve la casa y comentan que esta pone nervioso, pues es como si les mirase por encima del hombro.

El joven secuestrador lee en el periódico lo ocurrido, el rescate y la noticia del ejecutivo que arroja toda su fortuna por la ventana e informan de la movilización de toda la policía, que no cree que el dinero fuese su único objetivo, pues en las llamadas mostraba desprecio; como si tuviese un odio especial hacia el señor Gondo y quisiera atormentarlo, aunque el público valoró su sacrificio y le ha brindado su simpatía, afirmando en la radio como mensaje para el secuestrador que es el señor Gondo quien se ríe de él.

Ven el momento en que llegaron al río, que grabaron. Pudiendo observar cómo retenía al niño una persona con un sombrero, por lo que no le pudieron ver la cara, aunque Shinichi les dijo que era una mujer, no pudiendo ver tampoco la cara del hombre que cogió el dinero, teniendo en sus movimientos la única pista.

Piden a todos los empleados de la fábrica que dirigían que piensen en cualquier persona que pudiera tener algo en contra del señor Gondo.

Además de la película, Taguchi, el contramaestre, hizo fotos, y en una de ellas aparecía, cerca del cómplice, un hombre con una vaca, al que interrogaron y les dijo que vio a un hombre con dos maletas que corrió y se fue en un coche.

Inspeccionaron el lugar y vieron las huellas de los neumáticos y observaron que el coche rozó la pared y dejó restos de pintura que analizaron viendo que se trataba de un Toyopet Crown gris del 50, confirmando el niño que le llevaron en un coche como ese.

Aoki, su padre, trata de conseguir que el niño diga por dónde lo llevó el coche, aunque solo recuerda que, desde donde estaba se veía el mar y el monte Fuji, enfadándose Aoki con él por no recordar nada más, debiendo tanto Gondo como Tokura pedirle que no le presione tanto, pues los datos que les dio les fueron útiles, como el hecho de que cuando le secuestraron le pusieron una mordaza que olía a éter.

Dicen a Reiko que todos admiran a su marido y creen que es un gran hombre.

Pero este recibe la visita de sus acreedores, que son conscientes de esa admiración, pero se preguntan qué va a pasar con la empresa. Que la lucha por el poder no es agradable y saben que está pasando por un mal momento, pero que ellos invirtieron mucho dinero y han tomado una decisión conjunta.

Le devuelven los interés que envió el día anterior para posponer el pago principal y, si no le pagan al vencimiento, se quedarán con su propiedad, pues piense lo que piense la gente, no se puede pagar a un criminal en vez de pagarles a ellos.

Todo esto lo escuchan Tokura y Taguchi, estando toda la comisaría investigando.

Estudiaron la zona desde la que se ve la casa del señor Gondo en la que hay 7 cabinas, aunque para poder ver el salón con un telescopio, solo podían ser tres, y recuerdan que el que llamó dijo que hacía mucho calor, por lo que descartan una más, pues a la hora que llamó no daba en ella el sol.

Por su voz parecía joven, aunque cuando estaba con el niño llevaba máscara y gafas oscuras.

Además, llamó al tren, y a este solo se puede llamar desde Tokio, Osaka y Nagoya, comprobando que la llamada se hizo desde el teléfono de un estanco cercano a la estación en Tokio, pero la mujer ni vio ni oyó nada, por lo que preguntaron en tiendas y negocios de los alrededores, pero nadie recordaba al hombre.

El niño hizo un dibujo de lo que veía, el Fuji y el mar, indicando que la llamada con el niño se hizo de forma local. El sol estaba poniéndose, viéndose así desde toda la costa.

El éter les lleva a pensar que podría ser médico, farmacéutico o estudiante de medicina.

Como la matrícula del coche era blanca, era de un particular, aunque no creen que usara su propio coche, por lo que investigaron en el departamento de vehículos robados y vieron que se robaron 18 de esa marca, y, descartados los recuperados antes del secuestro, de los 6 restantes solo uno era gris y robado un día antes del secuestro y tienen la matrícula, aunque piensan que pudo ser cambiada, por lo que registros todos los coches grises de esa marca.

Hicieron además listas con los números de serie de los billetes de 1.000 yenes y las repartieron por estancos, restaurantes, cafeterías y cines, pero no encontraron ninguno.

Recibieron 1305 llamadas hablando de hombres vistos con niños de la edad de Shinichi, y al menos la mitad no cuadraban, pues fueron vistos antes del secuestro o tras el rescate o lo vieron en varios sitios diferentes de la ciudad. Pero hubo una de una autopista de peaje del día del secuestro, en que informaban de un hombre con gafas que llevaba a un niño dormido y tapado con una manta en el asiento trasero y vio un rifle de juguete y un sombrero de vaquero y se dirigió hacia Fujisawa.

Investigaron también a los empleados del tren que faltaron el día del secuestro o dejaron el trabajo justo antes, y a los que vivían cerca del señor Gondo, por su conocimiento sobre el tren, aunque no pueden asegurar que trabajara en el mismo.

Taguchi se encargó de buscar personas que pudieran tener un deseo de venganza, y habló con los miembros de la junta de accionistas, que le dicen que, por el contrario, habían ido aquel mismo día a su casa para tratar de que se uniera a ellos, siendo para ellos mismos peligroso y hasta más tarde no supieron de sus pretensiones, aunque uno de ellos dijo que se lo merecía, y llama al crimen castigo divino.

Les pregunta si cuando se marcharon ellos vieron algo sospechoso, pero estaban enfadados y nadie se fijó en nada.

En la fábrica le dicen que es exigente, pero que es bueno con ellos si trabajan bien, no apreciando en ellos ánimo de venganza.

Tokura les pide que persistan y no se desanimen, pues es un caso difícil, encargando a Taguchi salir al día siguiente con el niño tratando de encontrar la vista del Fuji que dibujó.

Reciben una llamada de vehículos robados, pues apareció el coche en una autopista.

Uno de los investigadores escucha en una de las llamadas grabadas un ruido de tranvía, por lo que acuden a un especialista que les dice que ese ruido es de Enoden, pues es un tranvía de un solo cable.

Cuando Taguchi va a buscar al niño al día siguiente, Reiko les dice que se lo llevó su padre para tratarle de hacerle recordar.

Lo lleva, en efecto, Aoki al lugar donde bajaron cerca del río Sakawa.

Le informan que encontraron sangre de pescado y aceite en el coche y escamas de bonito y jurel cerca del guardabarros, por lo que debió pasar por algún charco en algún mercado de pescado cercano, por lo que le piden que vayan a uno cerca de Enoden, donde comprueban cómo, en efecto, los coches salpican al pasar, indicándoles un encargado, desde dónde pueden tener una vista parecida a la del dibujo del niño.

Shinichi no recuerda la vista de la isla, pero luego sí recuerda un túnel de tranvía.

Taguchi llega casi a la vez que Aoki al mismo punto, desde donde se ve la isla, aunque desde allí parece pegada al continente y no parece por tanto una isla.

Ven de pronto el coche de Gondo y a Aoki con el niño, al que los policías regañan, pues es peligroso lo que está haciendo, ya que no es policía.

Mientras discuten con él, se dan cuenta de que el niño se fue, y los llama desde la parte arriba de donde están, diciéndoles que es allí, una bonita casa con jardín con muchas flores, diciendo el niño que sus habitantes están durmiendo, aunque los policías observan que en realidad están muertos.

En la comisaría convocan a la prensa aunque con la petición de que no publiquen lo que les van a decir, contándoles que localizaron a los cómplices del secuestro, un hombre y una mujer, pero que aparecieron muertos por una sobredosis de heroína.

Ambos eran adictos a las drogas, por las marcas de sus brazos, aunque los policías dudan que dos consumidores habituales se equivocaran con la dosis, ni les parece un suicidio, pues guardaron dos papelinas para después, comprobando que las que usaron tenían un 90% de pureza, cuando normalmente los traficantes la dejan en un 30%.

Encontraron además un cuaderno, y a partir de lo que escribieron encima descifraron lo escrito. Pedían al secuestrador que les mandase droga, amenazando, si no lo hacía, con gastarse el dinero que les dio.

Encontraron en la casa 2.500 billetes de 1.000 y la numeración coincidía con los del señor Gondo, debiendo ser el pago por su colaboración, aunque les advirtió que no lo utilizasen todavía y ellos amenazaron con desobedecer.

Los muertos cuidaban de la finca, tal como les indicó el propietario, y su muerte hace que deban volver a empezar con todo, cortándose la línea que llevaba al culpable.

Pero les piden que no publiquen nada, pues si les dejó los 2,5 millones, es porque piensa que todavía pueden están vivos, y si no aparece nada publicado en los medios sobre esas muertes pensará que, en efecto, viven y puede intentar volver a matarlos.

Les pide por ello que publiquen la noticia de que se ha usado uno de los billetes según informó la policía, pidiéndolo que lo hagan por el señor Gondo, que perdió su dinero y su trabajo.

Los periodistas dicen que eso es terrible, y que deberían luchar contra esa injusticia logrando con sus publicaciones que las mujeres boicoteen National Shoes.

El secuestrador lee las noticias, donde informan de la aparición de uno de los billetes del rescate y una foto de un maletín como los usados en el rescate.

Asustado, el hombre saca los maletines de su armario, los vacía y los mete en una caja.

Visitan a Gondo para decirle que tiene a su disposición los 2,5 millones aparecidos, y, aunque es poco, él dice que le son de gran ayuda.

Mientras están allí, llega Kawanishi, pidiendo Gondo a los policías que se queden.

Kawanishi les dice a los policías que han hecho del señor Gondo un verdadero héroe.

Él recuerda que fue su mano derecho durante10 años y por ello no puede ver cómo desean deshacerse de él en la empresa, afirmando haber arriesgado su propio puesto para que le permitan continuar pese a la testarudez del viejo y los otros compañeros, consiguiendo que le dejen seguir con ellos, tras ver cómo la gente está de su parte.

Pero Gondo le pide que se marche y le diga a sus jefes que no le van a usar para mitigar las críticas, pues no va a ser una marioneta ni un director sin poder, advirtiéndole Kawanishi que si continúa así, solo tendrá deudas, y le asegura que no será solo un puesto simbólico, pese a lo cual insiste en pedirle que se marche.

Aoki les lleva un nuevo dibujo hecho por su hijo del secuestrador, aunque solo puede mostrarles el rostro de un hombre con gafas oscuras y máscara, aunque se fijan en que dibujó en su muñeca un pañuelo, pues, dice el niño que siempre llevaba uno.

De pronto los niños les advierten de la salida de un humo muy bonito, de color rosa, de una chimenea, recordando la pastilla que colocaron en la bolsa para ello.

Se encarga de ir a investigar Taguchi, viendo que se trata de una planta de residuos de un hospital, donde queman los residuos que no pueden desinfectarse, y que, le dice, llevan enfermeras o celadores.

Les cuenta que esa mañana le llevó una caja de cartón con deshechos un joven que parecía un médico en prácticas, y que luego se fue hacia medicina interna.

Vigilan la zona de medicina interna, observando a un joven médico que tiene una herida en una mano, al que investigan, viendo que se trata de Ginjiro Tekeuchi, un interno que justamente libró tres días en el momento en que tuvo lugar el secuestro y que vive en Nishi, en la zona de las cabinas, dando su apartamento hacia la casa del señor Gondo, habiendo comprobado que sus cómplices eran antiguos pacientes del hospital y que fue él quien escribió su historial médico, indicando que tenían edema pulmonar causado por su adicción.

Pero si le arrestan ya, le caerán solo 15 años, mientras que el señor Gondo tiene una deuda perpetua, pese a que mató a sus cómplices, y si le detienen no podrán probar los asesinatos, por lo que prefieren dejar que reconstruya su crimen dejándole un escrito en el mismo papel pidiendo más droga, amenazando con denunciarlo, simulando su forma de escribir.

Pueden ver así su reacción cuando le dan el escrito y se convencen de que actuará ese mismo día comprando la droga e intentando matarlos de nuevo, por lo que lo mantienen vigilado para ver cómo y cuándo consigue la droga.

Lo siguen hasta el puerto, vigilado por algunos policías camuflados, que van relevándose y vestidos de forma zarrapastrosa, para no llamar su atención, aunque no lo ven nervioso y parece que solo está matando el tiempo.

Pasa varias horas yendo de un lado para otro, ocioso, hasta que, de pronto, comienza a correr y entra en una floristería donde compra un clavel rojo, saliendo luego con sus gafas oscuras y hace una llamada. Creen que el clavel es una señal para el traficante.

Acude a un bar donde hay un montón de gente, muchos de ellos americanos al que entran varios de los policías que le siguen para observarlo.

Una mujer se acerca a él y luego pone una canción en la gramola, siguiéndola él.

Los policías salen a bailar junto a ellos, observando cómo durante el baile se dan de cuando en cuando la mano, entre otros cientos de personas que siguen el baile.

Cuando se marcha lo siguen, pero informan a Tokura que no se dirige a la finca, sino a una zona de drogadictos, que impiden a los polis que pasen tras él.

El secuestrador llega hasta una zona donde hay una mujer que apenas consigue tenerse en pie, informando sus seguidores a Tokura de todo, pensando este que va a utilizar a esa mujer como cobaya para probar el efecto de la droga.

De hecho, los policías descubren, poco después, a la mujer muerta, en efecto, viendo que se dirige a un hombre que está mirando un escaparate de zapatos, comprobando que se trata de Gondo, al que le pide fuego, siguiéndole luego durante un rato.

Coge luego un taxi, partiendo los policías hacia la finca para esperarlo allí.

Cuando llega Tekeuchi allí, observa que está todo tranquilo y suena música dentro, por lo que entra confiado diciendo que les lleva la droga, aunque en vez de los drogadictos salen los policías, que lo detienen y le dice que le colgarán por eso.

Intenta huir, pero le retienen. Trata luego de suicidarse tomando la droga, pero se lo impiden.

Tokura y Taguchi visitan a Gondo para informarle de que recuperaron el dinero excepto 20.000 yenes que gastó en heroína, aunque ven que hay en la casa varios tasadores que van a subastar los bienes, poniendo pegatinas en cada mueble, comprendiendo que llegaron tarde.

La prensa informa que Takeuchi fue condenado a muerte.

Unos meses más tarde, Gondo acude a prisión, pues, según le indican, Tekeuchi se negó en recibir a un confesor, pero insistió en verle a él.

Aparece ante él sonriente y le da las gracias por haber ido, preguntándole qué está haciendo ahora, diciéndole él que zapatos, como siempre. Que tiene una empresa pequeña, pero trabaja con total libertad y trata de competir con National Shoes.

Tekeuchi le pide que no le mire con compasión. Que va a morir, pero no tiene miedo y le pregunta si no se alegra de que vaya a morir, respondiéndole que no cree que deban odiarse.

El secuestrador le dice que su casa era fría en invierno y tan calurosa en verano que no podía dormir. Pero desde ella podía ver su casa, que parecía el cielo, y, al verla cada día comenzó a odiarlo y le dio una razón para vivir, y quería que probaran la miseria de los desafortunados.

Gondo le pregunta si tan desafortunado era, diciendo que no le contará sus desdichas para que se apiade de él, aunque le cuenta que su madre murió un año antes.

Gondo le pregunta por qué le pidió que fuera, diciéndole que no podía soportar que pensara que había muerto llorando o nervioso.

Pese a sus palabras, sus manos comienzan a temblar y se aferra a la verja que les separa, aunque le asegura que no tiembla de miedo, que es porque el aislamiento le afectó y es una reacción psicológica y con solo salir de la celda tiembla, pero no le da miedo la muerte y le da igual el infierno, pues su vida fue un infierno desde que nació, y que temblaría de verdad si tuviera que ir al cielo.

Se echa las manos a la cabeza y grita, entrando dos policías, viendo Gondo cómo se lo llevan, totalmente nervioso.

Calificación: 3