Te cuento la película

Cien años de perdón
Cien años de perdón

España /Argentina / Francia (2015) *

Duración: 97 min.

Música: Julio de la Rosa

Fotografía: Josu Inchaustegui

Guion: Jorge Gerricaechevarría

Dirección: Daniel Calparsoro

Intérpretes: Luis Tosar (Gallego), Rodrigo de la Serna (Uruguayo), Raúl Arévalo (Ferrán), Patricia Vico (Sandra), Joaquín Furriel (Loco), José Coronado (Mellizo), Marian Álvarez (Cristina), Luciano Cáceres (Varela), Luis Callejo (José Luis Domingo), Nani Jiménez (Laura), Maria Molins (Marina), Joaquín Climent (Puñetas), Miquel Fernández (Julio), Vicente Ayala (Ernesto).

La gota fría ha hecho de Valencia un caos circulatorio, en medio del cual una mujer, Sandra, le pide al taxista que la lleva que deje de pitar, pues no la deja escuchar a su interlocutor al otro lado del teléfono, al que le pide que le diga si está en esa lista de la que se supone que no se sabe nada, pero que todos saben que existe.

Cuando llega al banco Mediterráneo de Valencia, de la que es la directora tiene que ser ella quien abra a los empleados que llegaron ya y pregunta por los de las alarmas, que aún no llegaron pese a que se comprometieron a terminar la revisión esa misma tarde.

Poco después abren al público y entran varios clientes, uno de ellos buscando una línea de crédito para su negocio, también una pareja a los que han enviado una carta en la que les amenazan con comenzar el proceso de desahucio y otra pareja mayor con la cuenta en negativos porque todavía no cobraron la pensión.

Ajena a las tareas bancarias Sandra sigue tratando de averiguar qué va a ser de su futuro y si está en la lista de despedidos, confirmándole finalmente su interlocutor que en efecto figura en la misma.

Llega entonces una furgoneta de la que se bajan cinco tipos enmascarados y armados a los que se enfrenta el de seguridad, que enseguida comprende que solo con su pistola nada puede contra los atracadores que llevan armas largas, mostrándole además uno de ellos que lleva un chaleco con explosivos y si acaba con él volarán por los aires todos.

Con este ya desarmado hacen que se cierren las puertas al público, acudiendo uno de los atracadores, al que llaman el Gallego al despacho de la directora escuchando cómo esta se queja de todo lo que ha tenido que hacer pasar a sus empleados para que cumplieran con sus objetivos, y que se lo paguen así, y sorprendiéndola así.

Entretanto uno de los empleados toca el botón de la alarma siendo sorprendido por los atracadores, subiéndolo el que parece el líder del grupo, y al que llaman el Uruguayo, al mostrador y hace que los clientes del banco le aplaudan como empleado del mes antes de golpearlo con la pistola, diciéndoles a todos que gracias a él lo que podría haber sido muy rápido se va a complicar, pues ahora está la policía en camino.

Una de las clientas de la sucursal les dice que tiene que ir a recoger a su hijo y pide que la dejen salir, diciéndoles el Uruguayo que tienen un minuto y medio todos para llamar a quienes quieran y tras ello les quitarán teléfonos y tablets, aprovechando otro de los atracadores, el "Loco", para desactivar la cámara principal y con ellas las demás, apareciendo el Gallego con la directora de la sucursal, maniatada.

Comienzan a sonar entretanto las sirenas de los coches policiales, observando cómo los Geos se apuestan alrededor del banco.

El Gallego y otro de los atracadores van con la directora hasta el archivo, guardado entre barrotes, logrando el primero con un sensor determinar el lugar en que deben trabajar, bajo una mesa, cortando la moqueta que hay bajo la misma tras lo que abren un amplio boquete valiéndose de un lanzallamas.

En otro lugar del banco taladran la puerta de seguridad y luego, con una radial logran entrar en el departamento de las cajas de seguridad que comienzan a abrir, mientras el Uruguayo pide que le busquen en el ordenador el listado de los dueños de las cajas.

La policía crea un puesto de mando en el hotel AC Valencia, desde el que llama al banco el Inspector José Luis Domingo, al que el jefe de los atracadores le asegura que antes de volver a la cárcel vuela el banco con todos los rehenes.

Desde el archivo, y por el boquete abierto baja el Gallego hasta un túnel ahora semiinundado por las lluvias que recorre hasta salir a la red del metro.

El Uruguayo le pide a Domingo un minibús con el que saldrán con los rehenes camino del aeropuerto donde deben ponerles un avión que pueda viajar al otro lado del océano sin repostar, aunque le dice que puede tomarse su tiempo para hablar con quien tenga responsabilidad para poder concederles sus deseos.

El Gallego va a contarle al Uruguayo el problema que ha surgido por la lluvia, y aunque llevan bolsas impermeables, hay corriente muy fuerte por lo que no disponen de más de 3 cuartos de hora antes de que el túnel se inunde del todo, quejándose de que después de dos meses cavando el túnel tuviera que llover justo ese día de ese modo, recordándole el Uruguayo que era el único día en que no estaban las alarmas.

Sandra, que los oye le dice al Gallego que era un buen plan salir por debajo mientras la policía les espera afuera, y que el esfuerzo les va a servir de muy poco, pues apenas disponen de tiempo, aunque le dice que él podría salir bien librado si hacen un trato ya que los dos quieren lo mismo, salir de allí con algo que merezca la pena.

En el Hospital de la Paz, en Madrid, la acompañante de un enfermo ve en televisión la noticia del atraco al Banco Mediterráneo de Valencia.

Esta mujer, Marina, sale para llamar a un hombre, Julio, aunque no para hablar del enfermo, su marido, cuya situación es la misma, sino para contarle que este tiene una caja de seguridad en ese banco, diciéndole él que hará gestiones y luego la llamará.

Julio llama a Ferrán, jefe de seguridad de una importante política de Madrid que acaba de realizar una inauguración.

En el banco la directora le hace ver al Gallego un video en que aparece Gonzalo Soriano, un político imputado por unas grabaciones, lo que fue un gran escándalo a nivel nacional pues implicaba a políticos y banqueros, y aunque las pruebas se anularon ella está segura de que esconde allí las pruebas y con esa caja todo habrá merecido la pena.

En el Gabinete de Presidencia un grupo de cuatro personas, Julio, Ferrán y Ernesto hablan de Soriano y de esa caja que abrió en Valencia para no llamar la atención, y donde creen que tiene dosieres de todo el mundo, aunque tienen esperanza de que los ladrones ignoren lo de su caja, aunque Ferrán dice que no pueden correr riesgos y tienen que echarlos de allí antes de que puedan abrir esa caja.

El Gallego lleva a la directora a un baño y la desata, entregándole una bolsita que ella se guarda, tras lo que les dice que es la caja 314.

Vuelve a llamar el inspector Domingo diciendo que tienen casi todo, pero no todo, pidiendo el Uruguayo que les manden comida y bebida que dice les llevarán en media hora, aunque ellos esperan estar en la playa para ese momento, según dice el Loco, que le recuerda al Uruguayo que su padre le habló muy bien de él.

Tras ello avisan a los hombres para que paren, pues llegó el momento de irse ya, haciendo que les sigan los rehenes, poniendo a tres de ellos chalecos con explosivos, y a otros tres con armas vacías como si fueran atracadores, advirtiendo a los primeros que no pueden moverse, pues los explosivos se activarán si el mercurio que tienen en un tubito toca los dos extremos a la vez.

Gracias a sus visores térmicos los Geos pueden ver a estos tres "atracadores" y rehenes, no pudiendo ver más allá del primer muro, por lo que no ven a los otros tres.

Mientras todos se disponen a salir el Gallego regresa a las cajas de seguridad donde sigue el Uruguayo, observando que ha abierto justamente la caja de Soriano, no entendiendo el Uruguayo por qué lo sabe, comprendiendo el Gallego que les ha mentido sobre los verdaderos motivos del atraco, preguntando el Uruguayo si le han puesto para vigilarlo, comprendiendo el Gallego que esa caja ya está vendida, y contándole que él lo sabe porque se lo dijo la directora y se pregunta el Uruguayo a cambio de qué.

Comienzan la huida por el hueco que abrieron, volviendo a taparlo con la mesa sin saber que entretanto Ferrán pide permiso para actuar aun a riesgo de que haya víctimas.

El Uruguayo, que es el primero ve que es imposible debido a la presión del agua.

Tras comprobar la imposibilidad de salir por el túnel deciden regresar al banco, sin saber que los GEO están rodeándolos dispuestos a entrar, insistiendo Domingo en llamar, corriendo el Uruguayo tras volver a salir, hacia el teléfono, indicándole Domingo que van a llevarles la comida que solicitaron.

El encargado de salir será el Loco, al que el Uruguayo le hace cambiarse de pantalón con un rehén para evitar que los de afuera le vean el pantalón mojado y sospechen.

Entretanto Ferrán, Julio y Ernesto, siguen desde la pantalla los movimientos de las fuerzas del orden, irrumpiendo entonces en la reunión el conocido un mando del partido, el "Puñetas" que da la orden de abortar el asalto al banco, por lo que cuando el Loco sale a buscar las pizzas no ocurre nada.

El Puñetas debe explicar que el partido contrató a un ex agente del CNI el cual introdujo a una persona entre los atracadores para recuperar el contenido de la caja de Soriano.

Ernesto señala que si logran escapar será un desprestigio para la policía, lo cual no les preocupa demasiado, pues lo importante es que salga todo bien, para lo cual necesitan al mando del operativo a alguien de confianza que no dé problemas.

Dentro reparten la pizza entre los rehenes, fijándose el Loco nuevamente en Laura, la chica de la pareja que están a punto de desahuciar y lo comenta con Varela.

Dentro el Gallego le hace ver al Uruguayo que es imposible salir con bien del asunto, decidiendo el Uruguayo utilizar el contenido de la caja para poder salir, debiendo reconocer ante el resto de atracadores que sabían de la existencia de la caja, diciendo el Gallego que a él se lo dijo la directora, pero que el Uruguayo lo sabía ya antes de entrar, diciendo este que sabía de la existencia de esa caja y de que debía robarla, pero que ignoraba que perteneciese a Soriano hasta que vio su nombre en el ordenador.

Comprenden que detrás del asunto estaba esa caja aunque el Uruguayo les hace ver que un robo es un robo, y que tenía además ese otro encargo, gracias al cual se les abrieron las puertas de ese banco que podían robar sin problemas, preguntándole Varela qué obtuvo él a cambio que no estaba dispuesto a compartir con ellos, pidiendo el Uruguayo que le pregunten al Gallego qué le dio él a la directora por la información.

Salen a buscarla para preguntarle qué obtuvo, sorprendiéndola en el baño.

Recuerda entonces el Uruguayo que al Gallego le pierden las mujeres, y que él pasó 6 años encarcelado por culpa de otra mujer con la que el Gallego se encaprichó y a la que le contó todo, confesando ella ante la policía.

Consigue que el Gallego se enfade con él y lo golpee, debiendo poner paz Varela e indicar que lo importante es saber cómo salir de allí, señalando el Uruguayo que él les metió en eso y él les sacará, aunque le molesta que ella se lleve parte de su trabajo, comprendiendo al ver la bolsa vacía que ella se los tragó.

Mientras ellos discuten el Loco enchufa el disco duro de Soriano a un ordenador, aunque lo único que consigue es que se borren todos los datos al hacer el movimiento erróneo.

En el domicilio de Gonzalo Serrano, y delante de su mujer Ferrán y varios hombres buscan entre los papeles de este, indicando su mujer que Gonzalo nunca pensó utilizar su información en contra del partido, y que lo que trataba de evitar es que cayera en malas manos, aunque recuerda que hubo un día que estaba muy enfadado y le oyó decir mientras hablaban por teléfono que si ponía el ventilador la mierda llegaría hasta lo más alto.

Cristina informa a Ferrán que encontraron un disco duro borrado pero del que podrían recuperar algo, informándole Ferrán que van a encargar a Mellizo de lo de Valencia.

En efecto el Coronel Mellizo se hace cargo enseguida de la situación llamando al banco y proponiéndole un encuentro cara a cara al Uruguayo, que se produce frente a la puerta del banco, donde le dice al atracador que les sacarán de allí, para lo que deben hacer lo que él les diga.

Cuando regresa al banco informa a los compañeros que huirán por el patio donde están los tubos del aire acondicionado por donde pasarán al edificio de al lado, debiendo trepar hasta el cuarto piso donde habrá una ventana abierta y esperándolos un guardia civil, que les indicará lo que deben hacer.

Atracadores y rehenes salen y suben por escaleras interiores hasta el cuarto piso, donde en efecto les espera un policía.

Entretanto el Gallego ve que no están ni el Uruguayo ni el Loco y va a buscarlos.

El Loco trata de explicarle al Uruguayo lo ocurrido con el disco duro, contándole que tenía un troyano y mostrándole que aparece vacío.

El Gallego encuentra al Uruguayo tratando de meterle el disco duro por la boca a su compañero, debiendo ser el Uruguayo quien sujete al Gallego cuando se entera de lo que hizo el Loco.

El guardia que los recibió les pide, una vez que se han vestido de policías, que le entreguen el disco, diciendo el Uruguayo que primero quieren verse en un coche, procediendo entonces el Gallego a golpear al guardia civil, dejándolo sin conocimiento, señalando el Gallego que al fin y al cabo nada tienen que entregarle, tras lo que salen llevándose con ellos a la directora y a otro rehén.

Una vez fuera otros policías les piden que esperen a tener autorización para cruzar la calle, aunque preguntan de dónde salió la mujer que llevan, Sandra, pues aseguran que habían evacuado ya el edificio, diciendo ellos que la encontraron escondida y que se la llevan porque no pudo identificarse.

Pero les empiezan a mirar extrañamente y el Loco acaba poniéndose nervioso y saca su arma y apunta a los guardias que les pararon, debiendo dar marcha atrás, y saliendo además el Uruguayo con sus rehenes para evitar que la policía eche a perder la huida, habiendo un tiroteo en el que es alcanzada la directora de la sucursal.

Vuelven sobre sus pasos cargando con la herida, que abandonan para que entretenga a los policías mientras ellos se repliegan.

Poco después y a través del teléfono Mellizo informa a los atracadores de que la directora está fuera de peligro, pues la bala atravesó su brazo limpiamente y les indica que lo único que pueden hacer ya es salir y entregarse, algo a lo que el Uruguayo no está dispuesto, diciéndole que si en media hora no tienen el autobús matará a un rehén y luego a otro cada 15 minutos.

Mellizo le asegura a Domingo que no lo harán, pues son profesionales y no complicarán un atraco con delitos de sangre y que en media hora saldrán por la puerta, pidiendo que cuando lo hagan los mantengan en aislamiento.

El Loco trata de excusarse ante Varela, pero este tampoco quiere escucharlo.

En la sala de las cajas el Uruguayo abre con el Gallego una caja que alquiló algún tiempo antes seguro del éxito de la operación, y donde guarda una botella de champán, que abren seguros del éxito de su operación, pero que encuentran caliente.

El Gallego le pide perdón al Uruguayo por lo ocurrido años atrás, asegurando este que ahora están a la par, pues él los llevó hasta allí sin ver lo que les podría caer encima, diciéndole el Gallego que tampoco él preguntó nada y le gustó que fuera a buscarle, además de estar sin dinero.

Debe reconocer que la Rubia se llevó la parte de lo que consiguió en Rosario, ante lo que ambos ríen, contándole el Uruguayo que él se vino a España con su parte tras salir de la cárcel esperando retirarse y vivir una vida sin sobresaltos, hasta que un banco le ofrecieron un producto estupendo, las acciones "preferentes" para una persona importante como él, volviendo ambos a reír.

Entretanto el Loco lleva a Laura, la chica que le gusta de las rehenes al baño y le entrega varios fajos de billetes de 500 Euros para que pueda hacer frente a sus problemas monetarios y pueda evitar el desahucio.

Valera discute entretanto con el Uruguayo, diciéndole que al menos él tiene contactos, aunque el Gallego piensa que si salen sin nada le dirán que se compinchó con alguien de dentro para que le guardara el disco duro y la información y no le creerán, sugiriendo por ello el Gallego que ha llegado el momento de empezar a hablar.

En efecto el Uruguayo llama a Mellizo que pregunta qué van a hacer, respondiéndole él que quieren hablar con alguien del gobierno y si en dos horas no se presenta alguien con poderes para negociar empezarán a contarles a los 30 rehenes lo que había en el disco de Soriano.

Domingo, al escuchar el nombre de Soriano sale a llamar a un conocido al que le cuenta que están los del CNI dirigiendo la operación y que tiene algo que ver con Soriano.

Será Ferrán quien reciba al Uruguayo y a Gallego en una furgoneta policial, diciéndoles a estos que su única salida es por la puerta principal y entregándose, pues si les entregan lo de Soriano y se mantienen callados podrán pedir la cifra que deseen para cuando salgan a la calle que será en poco tiempo.

Ferrán le dice que ellos pueden aguantar, pues ya han pasado por eso y que dura un tiempo y luego se pasa, diciendo entonces el Gallego que no son solo conversaciones, que también hay videos, sugiriendo que en ellos sale incluso su jefa.

Ferrán exige que se los muestren y ellos piden que les lleven un autobús en media hora o de lo contrario los rehenes podrán llevarse en sus teléfonos trozos de esos videos.

Ferrán llama tras ello a Cristina, que está en el Hospital Universitario de Valencia, sugiriendo ella requisar los móviles de todos los rehenes cuando salgan, aunque no pueden garantizar que no retransmitan nada antes.

Sandra, ahora ingresada en el hospital trata de vomitar los diamantes cuando llega Cristina, ante la que repite lo que ya confesó a la policía, señalando que había dos líderes, el Uruguayo y el Gallego y que no se fiaban el uno del otro, pues el segundo dijo que el primero les había mentido para realizar la operación y que no les había dicho la verdad sobre el atraco y que parecía que buscaban algo especial.

Ferrán vuelve a hablar con el Uruguayo asegurando que necesita ver el video antes de tomar una decisión, pues cree que es un farol.

Ferrán le asegura a Mellizo que no tienen nada, o al menos no lo que dicen tener y es necesario sacarlos de allí, aunque Mellizo le dice que él ha hablado con su jefa, que le pidió que le informara sin intermediarios, algo que Ferrán, como jefe de su gabinete no entiende, mostrándole Mellizo todo lo que sacaron ya del disco que encontraron en casa de Soriano, señalando Ferrán que no hay nada de la jefa, a lo que Mellizo le replica que van por el 40% y que aparecerá, o al menos su jefa cree que sucederá, por lo que van a cambiar de estrategia, aunque no le explica cuál será dicho cambio.

Por su parte Domingo actúa por su cuenta viendo al hombre que sustituyó a los policías, que formaba parte del equipo de Mellizo y que trató de ayudar a los atracadores a huir, aunque le informan que es un guardia civil de verdad y de la comandancia de Mellizo.

Llega Cristina al puesto de mando y le dice a Ferrán que tienen algo, de cuando su jefa llegó al poder en el 95, cuando se quedó al borde de la mayoría absoluta y necesitaba una abstención, señalando Ferrán que eso no lo organizó Serrano, que él conoce de primera mano, aunque Cristina apunta que el diputado que cambió de voto no recibió todo lo prometido y hubo una nueva reunión a la que sí fue su jefa años después, habiendo encontrado además entre los papeles de Soriano un recibo de una agencia de detectives, aunque no encontraron el informe, pidiendo Ferrán que localicen la agencia, aunque ella le dice que es mejor que se vaya, ya que le han dado carta blanca a Mellizo y a veces lo mejor es que te permitan mirar para otro lado.

Cristina le pide que se vaya con él, aunque él prefiere quedarse.

Dentro del banco ven que llega el minibús, sin esperar al final del plazo que les dieron, saliendo dos de los ladrones a echarle un vistazo.

Mellizo le explica a Ferrán que el gobierno ha accedido a las peticiones de los secuestradores y a facilitarles su salida del país, por lo que le pide que no les estorbe y que se vaya a Madrid, diciéndole Ferrán que los ladrones no se irán sin un seguro de vida, señalando Mellizo que se llevarán a 6 rehenes, haciéndole ver Ferrán lo complejo de la operación ya que los atracadores llevan chalecos explosivos.

El Gallego le pregunta al Uruguayo qué haría él si fuera el coronel, y si los dejaría escapar vivos sabiendo que pueden tener copias de los videos, y que podrían chantajearlos siempre, asegurando que si fuera el coronel no dejaría que escaparan.

Cuando vuelve a llamarles Mellizo para pedirles que se den prisa, pues tienen paralizada media ciudad para permitir su huida el Uruguayo le pide 10 minutos más.

Mientras Cristina viaja en el tren hacia Madrid y Ferrán va hacia la estación, recibe ella el informe de la agencia de detectives en que señalan que no hay ningún video, lo que comunica a Ferrán que ordena que den la vuelta, diciéndole a Mellizo que el informe de los detectives no fue por ningún video, por lo que no deben hacer que el autobús vuele por los aires, aunque este le dice que es demasiado tarde para cambiar de idea.

Finalmente y a los 10 minutos comienzan a salir rehenes y atracadores, aunque antes de entrar al minibús uno de estos indica que no son los atracadores, que son también rehenes, viendo que los explosivos que llevaban en sus chalecos son falsos.

Efectivamente, y al ver que cesó la lluvia los atracadores han vuelto a su plan inicial y huyen por el túnel, y, aunque deben bucear durante un trecho consiguen llegar al final sin problemas.

Los agentes recorren el banco hasta dar con el agujero por el que huyeron, ordenando Mellizo que cubran todas las salidas del metro de Valencia, algo prácticamente imposible, cuando para ese momento los atracadores ya se están cambiando de ropa.

Mientras recorre el banco, Ferrán recibe un adelanto de la noticia del Mundo sobre el atraco, en el que indican que buscaban los videos de Soriano implicando a presidencia.

Domingo recibe el adelanto del país denunciando la implicación del CNI en el atraco de Valencia - algo que fue él quien lo contó - indicando que los secretos de Soriano inquietan al gobierno, noticia que también recibe Mellizo.

A su salida Ferrán es abordado por los periodistas, aunque no hace declaraciones, llamando cuando consigue quedarse solo a su jefa, aunque Cristina le pide que no insista, pues no quiere ponerse.

Mientras los policías con una lancha neumática llegan hasta el lugar donde los atracadores se cambiaron, estos, ya en el metro sonríen felices de que todo saliera bien antes de separarse.

Calificación: 3
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