Buñuel en el laberinto de las tortugas
España / Holanda (2018) *
Duración: 86 Min.
Música: Arturo Cardelús
Guion: Eligio R. Montero, Salvador Simó Busom (Cómic: Fermín Solís)
Dirección: Salvador Simó Busom
Un grupo de personas discuten sobre los intelectuales y sobre para qué sirven lo que hacen y si lo hacen para expresarse o para comunicar, o si lo que hacen sirve para cambiar el mundo sin que el mundo se dé cuenta de ello, algo que, por otra parte, comentan, no está surtiendo efecto, pues el fascismo está en alza.
Le preguntan a Luis Buñuel, que está vestido con un tocado de monja, qué pretendía con "Un Perro Andaluz" y con "La edad de oro", que se estrena al día siguiente.
Calanda. 1909
La madre de Luis le dice que puede salir a tocar a la procesión, pues su padre ha permitido que le levante el castigo, corriendo él con su tambor a unirse al resto de tamborileros que aporrean sus tambores y bombos, cayendo mientras corre, por lo que se hiere las manos, y, pese a que le sangran, y mancha su tambor, no para de tocar.
La proyección de "La edad de oro" provoca un escándalo en el cine, donde unos acusan a Buñuel de comunista mientras que otros le dicen que es un genio.
A la salida es abordado por una pareja que le halaga y le dicen que es un genio, aunque le preguntan si las ideas son suyas o de Dalí, asegurando que todas son suyas.
Se dirige a él también otro hombre, Éli Lotar, que le dice que él no vio nada de Dalí en su película. Le dice que es fotógrafo y documentalista y le ofrece un proyecto, con el que, le dice, podrá ayudar a muchos compatriotas de Extremadura, dándole un libro titulado Las Jurdes.
Ciudad del Vaticano, 1930
La princesa de Poix acude al Vaticano para suplicar al Papa que no excomulgue a su hijo, Charles, Vizconde Noailles, pues, dice, Buñuel le engañó y no sabía lo que hacía cuando puso dinero para su película, prometiéndole que impedirá que vuelva a rodar nada en Francia.
En efecto, poco después llama a Charles, que, pese a que le había dicho que le encantaba su proyecto, ahora se niega a financiárselo, encontrando Buñuel todas las puertas cerradas.
Se encuentra con un hombre de Extremadura que le dice que es de las Hurdes, y ello le lleva a abrir el libro que le regaló Lotar, encontrándolo muy interesante, por lo que comienza a hacer anotaciones, documentándose más profusamente sobre esa tierra.
Viaja a Cadaqués para ver a Dalí, que está encantado, pues el surrealismo está triunfando, pero Buñuel le dice que le va fatal, negándose Dalí a prestarle dinero o a hablar con alguien que le pueda ayudar.
Huesca 1930
Va a ver a su amigo Ramón Acín que montó una escuela para los hijos de los obreros con el dinero ganado con su última escultura.
Le habla de su proyecto sobre Las Hurdes, con el que cree que llamará la atención de verdad, asegurando que tiene que hacerlo.
Ramón le pregunta si no le daría dinero su madre, que ya le financió el Perro andaluz, diciendo que por eso no puede volver a pedírselo.
Borrachos, son expulsados de un bar, y Ramón compra un billete de lotería, asegurando que si le toca, le pagará el documental, afirmando Buñuel que eso sí que sería surrealista.
Vuelve a París, pero apenas tiene ya dinero.
Comienza a tener extrañas visiones, como elefantes con gigantescas patas o barras que parecen convertirse en monstruos o mariposas amenazantes.
Le despierta avisándole que tiene una llamada desde España
Se trata de Ramón Acín que le dice que le ha tocado la lotería y que se van a Las Hurdes. Asegurándole que su mujer no le perdonaría que faltara a su palabra, aunque en realidad esta no lo entiende en absoluto y le echa en cara ese dispendio.
Queda con Ramón en La Alberca, donde estuvo realizando durante varias semanas localizaciones, contando con un pequeño guion.
Contrató también un coche que se llevará la cuarta parte del presupuesto.
Rodarán la primera pare en La Alberca, donde los mozos que se van a casar realizan un ritual en que deben arrancarle la cabeza a unos gallos.
Lotar, que está con Pierre Unik, recibe un telegrama desde España y decide viajar con él hasta La Alberca, adonde llegarán tras dos días de viaje.
Pero no llegan en el autobús como esperaban, por lo que teme que no lleguen a tiempo para realizar el documental, aunque llegan poco después, aunque en un taxi que les ha llevado desde París, algo que escandaliza a Ramón, ya que le supondrá un dineral.
Graban así la primera jornada, en que los mozos deben arrancar la cabeza a un gallo colgado, decidiendo Buñuel rodar luego la escena de cerca, para lo que le pide a Ramón que arranque él la cabeza a un gallo, aunque, como no es capaz de hacerlo, se lo piden a un aldeano.
Buñuel le devuelve el libro a Lotar, pero este le dice que es suyo. Que él no pudo sacar adelante el documental, pero se alegra de que pueda ayudar a esa gente él.
Oyeron hablar de gente que transporta las colmenas por esos abruptos caminos, y que en ocasiones si se caen las colmenas, las abejas matan al burro que las transportaba.
Aunque la región abarca 52 pueblos, ellos irán a Las Hurdes altas, la zona más pobre, llegando aterrorizados, por la forma de conducir de Buñuel, que les hace temer que acabarán despeñándose, al Monasterio de Las Batuecas, donde tendrán su campamento de rodaje.
Allí les recibe el hermano Joaquín el único carmelita que queda, y que se encarga de alquilar las celdas para hacer frente a los gastos del lugar, diciéndole Ramón que no será muy caro, al ver su preocupación.
Por la noche Ramón ve cómo Buñuel guarda su arma y le dice que no entiende su afición por estas, diciendo que le debe venir de su padre.
Le cuenta también que desde que le llamó no tiene ningún sueño.
Recuerda que de niño su padre les hizo un gran regalo, una linterna mágica, viendo Luis de inmediato en ella un modo de atraer a los demás niños, que acudían a sus representaciones con recortables que pasaba delante de la luz, cobrándoles por ello, aunque les daba también zumos que le ayudaba a preparar su hermana.
Contaba una historia sobre una isla misteriosa, atrayendo su atención con sustos con bichos gigantescos, como arañas, siendo sus representaciones un gran éxito.
Levanta a sus compañeros a las 4'30 para llegar a tiempo al lugar del rodaje, debiendo caminar durante dos horas tras dejar el coche.
Llegan así a un lugar habitado por gente muy pobre que les observan con cara de envidia mientras comen, por lo que Luis simula que van a rodar, dejando su comida, a la que los lugareños se acercan con ansia sin perder el orgullo.
Van a Martilandrán, y se disponen a grabar las primeras imágenes del pueblo y sus laberínticas calles, comentando que los techos le parecen los caparazones de las tortugas.
Le piden a un lugareño que les deje rodar su casa, a lo que accede a cambio de unos cigarrillos, diciendo que allí convive con su mujer, tres niños - otro murió -, y las bestias.
Ramón debe salir con arcadas por el olor, preguntándose cómo pueden vivir así.
Al día siguiente les despierta más pronto aún, a las 4, aunque les ha preparado un buen desayuno para que no tengan que comer nada mientras estén rodando.
En medio de un trigal, Luis cree ver a su padre al que le cuenta que está rodando una película sobre España y le dice que seguro que se sentiría muy orgulloso de él, aunque en vez de ello le coge del cuello, despertando entonces de su pesadilla en el coche.
Comienzan a rodar a las cabras, tratando de asustarlas para ver si consiguen que se despeñen, teniendo en cuenta que solo podrán hacer una buena toma mientras cae, decidiendo finalmente dispararle al no conseguir que caiga por sí misma, rodando luego el plano de la cabra cayendo desde arriba, tras acabar con otra, llevándoles luego las cabras a los hurdanos para que coman, diciéndoles que se despeñaron ellas solas.
Cuando regresan al coche ven a un grupo de hurdanos que tratan de entrar en este.
Luis pide que preparen la cámara y les pregunta a los vecinos si les importaría que les retrataran, accediendo ellos a cambio de que les dejen subir al coche, que Lotar conduce a toda velocidad haciendo que se mareen con las curvas e incluso vomiten, aunque cuando paran, piden encantados que vuelva a darles otra vuelta.
Filma así a las raquíticas personas de la zona.
Se despierta por una llamada en la puerta, apareciéndosele una estupenda mujer cuyos pechos acaricia, lo que le vale una bofetada.
Se vuelve niño y la mujer pasa a ser la Virgen María a la que le dice que ahora que la ha visto cree en ella, observando que tiene la cara de su madre.
La sigue y ella le muestra una jirafa y le dice que mire en su interior, aparecen entonces unas escaleras que le llevan hasta el centro de la jirafa, una de cuyas manchas es una puerta tras la cual aparecen varias gallinas que lo rodean hasta que se despierta aterrado, pues les tiene especial terror a estas.
En su siguiente jornada ruedan en el colegio de Aceitunilla, donde observan que ninguno de los niños lleva zapatos.
Se extrañan de que en un pueblo tan pequeño haya tantos niños, diciéndoles el maestro que muchos ellos son "pilus", de la inclusa de Ciudad Rodrigo a los que las familias de allí acogen a cambio de 15 pesetas al mes que da el gobierno para su manutención.
Buñuel coge a un chiquitín en brazos y este lo abraza con cariño, viendo entonces cómo muchos de los niños le rodean para que los abrace a ellos, marchándose muy mal.
Ven a una niña tumbada en el suelo en medio de la calle y le dicen que deben haberla echado allí para morir, acercándose a ella, que le dice que le duele la barriga, observando que tiene fiebre y la boca muy inflamada, ignorando si serán los dolores de su primera regla o algo grave de verdad, pero no tienen medicinas.
Se acerca una tormenta y deben marcharse, cubriendo Luis con su chaqueta a la niña.
Ramón está contento de que llueva, pues así podrán dormir y descansar.
Pero cuando no para de llover durante 5 días seguidos, empiezan a desesperarse, pues se quedan sin tiempo y sin dinero, por lo que Ramón sugiere cortar algunas de las escenas, algo a lo que Luis se niega.
Ramón discute con él porque cree que su forma de rodar es una farsa, a lo que Buñuel le replica que es una recreación dramática de la realidad.
Esa noche sueña que una araña se posa sobre su mano y ve de nuevo a las gallinas acosándolo, por lo que trata de huir, viendo de nuevo a su padre, esta vez con un bigote como el de Dalí, y le recuerda que estuvo a punto de quitarlo de los créditos de "La Edad de oro", señalando él que en realidad no aportó nada al guion porque la arpía de Gala ya lo había corrompido todo.
Le recuerda que era su amigo y pregunta por qué le dio la espalda cuando más lo necesitaba, diciéndole que Dalí es el verdadero surrealista y que siempre ha estado bajo su tutela y que sin él no sería nada.
Se despierta de nuevo aterrado y observa que sigue lloviendo.
Cuando deja de hacerlo, ven que no está Luis, que aparece vestido de monja, quejándose Ramón de que trate de escandalizar a los hurdanos.
Cuando llegan al siguiente pueblo lo encuentran vacío, aunque finalmente ven al alcalde, que al verlo con su disfraz de monja le dice que es una blasfemia y se marcha enfadado y no les permite rodar, haciendo que se enfade también Ramón, que le dice que esa fantochada es más propia de Dalí que de él.
Mientras Ramón y Pierre, su compañero tratan de que les permita rodar el alcalde, Luis ve a unos hombres que van con un burro y las colmenas cargados y le pide a Lotar que los ruede, tras lo que les compra todo.
Ata al burro y, tras rociarlo con la miel, espanta a las abejas, que empiezan a atacar al animal, con el que acaba de un disparo para que no siga sufriendo.
Recuerda a su padre hacía fotografías a lugareños y recuerda también a un grupo de buitres comiendo a un burro muerto, no permitiéndole su padre, que apartara la vista.
Aparece entonces Ramón con el alcalde, al que habían prometido que Buñuel cambiaría, y que al ver lo que hizo con el borrico dice que ha cambiado a peor, por lo que les pide que no vuelvan a aparecer por el pueblo.
Ramón se muestra muy enfadado. Le dice que dejó a su mujer y a su hija y están engañados con él, que creía que de verdad quería ayudar a esa gente, pero que sigue siendo un niño rico que juega con el dinero de los demás y que en ese momento entiende a Dalí y a los condes y a su madre, y dice que apoyarle fue un gran error, por lo que al día siguiente se marchan de allí y se acabó todo.
Antes de marcharse, Luis le pregunta a una mujer por la niña enferma, contándole una mujer que murió y ya la enterraron en otro pueblo, pues allí no tienen cementerio.
Tiene una nueva ensoñación. Ve a un hombre con un sombrero muy alto al que ya vio el día anterior y lo sigue. Observa que él no tiene sombra y que la del hombre del sombrero refleja a un esqueleto, por lo que piensa que es la Muerte y le pregunta si ha ido a buscarle, observando cómo envejece de golpe, quejándose porque dice que tiene aún muchas cosas que hacer, a lo que la muerte le responde que si no las ha hecho antes quizá no son tan importantes, pues los vivos solo se preocupan de las cosas cuando las pierden, aunque le dice que no ha ido a buscarlo a él.
Despierta a Eli y le dice que despierte a Pierre y se van los tres, pues quiere seguir rodando, sin decirle nada a Ramón, que dormía abrazado a la cámara.
Salen en medio de la noche, y cuando Ramón despierta por la mañana, observa que no tiene ya la cámara entre sus manos, sino una virgen.
Compra un burro para seguirlos, viendo escondido, como ruedan en una casa en que murió un niño, rodando el funeral con gran sensibilidad.
Ruedan toda la escena de la muerte y a un hombre llevándose a la criatura hasta el río, colocándola sobre un cuenco de madera con el que lo van trasladando hasta el cementerio de un pueblo cercando, observándolo todo Ramón escondido.
Finalmente muestra que está allí y Luis se acerca a él, lo abraza, y le pide perdón, diciendo Ramón que nunca le había escuchado decir esa palabra.
Luis le dice que una cosa es escandalizar y otra joder a los amigos, y le dice que es la única oportunidad para esa gente.
Pero tras ello le dice que ha comprado al niño con su dinero, tras lo que se ríen, observando que el niño no estaba muerto en realidad.
Casi no les queda dinero ya, pero Luis le dice que se apañarán.
Madrid 1933
Luis revisa el negativo de su película, que le dice a Ramón que lo visita que casi está y brindan por Las Hurdes.
El 18 de julio de 1936 comenzó la Guerra Civil y Ramón Acín fue fusilado por el ejército franquista el 6 de agosto, siendo fusilada su esposa, Conchita Monrás, 17 días después, recibiendo Buñuel un telegrama donde le comunican su muerte.
A finales de 1936 el gobierno republicano accedió al estreno de la película, pero eliminando de los créditos a Ramón Acín, por ser un conocido anarquista.
A partir de 1960, con Buñuel reconocido como uno de los grandes directores del cine se volvió a estrenar la película recuperando el nombre de Ramón Acín en los créditos y entregando el dinero a sus hijas Katia y Sol.
Recuerda aquel brindis con Ramon y brinda de nuevo.