Adiós a las armas
Farewell to Arms (1932) * USA
Duración: 78 min.
Música: Herman Hand, W. Franke Harling, Bernhard Kaun, John Leipold, Paul Marquardt, Ralph Rainger, Milan Roder
Fotografía: Charles Lang
Guion: Oliver H. P. Garrett, Benjamin Glazer (N.: Ernest Hemingway)
Dirección: Frank Borzage
Intérpretes: Helen Hayes (Catherine Barkley), Gary Cooper (Teniente Frederic Henry), Adolphe Menjou (Mayor Rinaldi), Mary Philips (Helen Ferguson), Jack La Rue (Sacerdote), Blanche Friderici (Enfermera Jefe), Mary Forbes (Señora Miss Van Campen), Gilbert Emery (Mayor británico).
Frederic Henry, teniente americano que conduce ambulancias para el ejército italiano en el frente de Piave, durante la Primera Guerra Mundial, llega al hospital llevando heridos, reencontrándose con su amigo, el Capitán Rinaldi, que es cirujano y con el que saldrá de juerga, siendo sorprendidos cuando ya están borrachos por un bombardeo, por lo que deben ir a un refugio donde confunde a una enfermera con la muchacha que estaba antes con ellos en el bar.
Al día siguiente Rinaldi le presenta a dos enfermeras inglesas, Catherine Barkley, que es con la que estuvo en el refugio y Helen Ferguson.
Catherine y Frederic se sienten mutuamente atraídos y ella le confiesa que se hizo enfermera para poder seguir a su novio, aunque este murió en la guerra, cayendo finalmente en los brazos de Frederic.
Mientras él va al frente Rinaldi, celoso, y fingiendo preocuparse por él, aprovecha la prohibición de que las enfermeras se relacionen con soldados para hacer que la trasladen a Milán.
Durante su estancia en el frente Frederic cae herido tras un ataque de la artillería, sufriendo numerosas heridas, debiendo atenderle Rinaldi, que, arrepentido de su acción hace que lo trasladen a Milán para que pueda estar junto a Catherine.
Allí pasarán varios meses juntos y muy felices pese a las heridas de él.
El sacerdote de la unidad, viendo el amor que se profesan realiza una pequeña ceremonia en la habitación para que puedan convivir como marido y mujer.
Pero su dicha durará muy poco tiempo, pues cuando la supervisora descubre que él guarda numerosas botellas de alcohol bajo su colchón decide darle el alta, debiendo por ello regresar al frente.
Catherine no volverá al hospital. No desea estar allí sin él, por lo que saca un billete hasta un pueblecito de Suiza cercano a la frontera con Italia, escribiendo desde allí a su amado para contarle dónde está.
Pero sus cartas no llegarán a su destino. El capitán Rinaldi hace que las devuelvan a su destino para tratar de que Frederic salga de su ensimismamiento y se olvide de la muchacha, aunque no logra que este acepte volver a salir de juerga con él.
Él verá cómo le devuelven las cartas que le envía a ella al hospital, por lo que, preocupado, decide ir a verla aunque para ello deba desertar al estar suspendidos los permisos mientras dura la batalla del norte, contándoselo solo al sacerdote.
Frederic avanza hacia Milán entre cientos de muertos y mutilados siendo testigo de los horrores de la guerra, debiendo ayudar en ocasiones a algunos heridos, siendo detenido pese a sus precauciones por los carabineros.
Consigue huir y evitar su fusilamiento lanzándose al río, consiguiendo finalmente llegar hasta Milán donde habla con Helen Ferguson, que le revela que Catherine está embarazada, aunque se niega a decirle dónde está, por lo que, para poder contactar con ella pone un anuncio en el mismo periódico que anuncia la victoria del ejército italiano en el Piave, pidiendo a Catherine que lo telefonee a un hotel.
No será ella quien lea el anuncio, sino Rinaldi, que lo visitará y, arrepentido de su comportamiento anterior le confesará que ella está en Brissago.
En dicha población Catherine acude a la oficina de correos para ver si tiene alguna carta, encontrándose que tiene 20. Las que ella le envió a Frederic, devueltas, cayendo desmayada al verlo, teniendo que ser hospitalizada.
Cuando Frederic llega finalmente a Suiza se encuentra con que tuvieron que operar a Catherine tras haber tenido a su hijo, que nació muerto, encontrándose ella muy débil.
Mientras desayuna, Frederic oye, sin que le importe demasiado que el alto mando austro húngaro haya aceptado las condiciones del armisticio, acabando así la guerra.
Cuando ella se recupera le pide al doctor que no le digan a Frederic que le queda poco tiempo de vida, aunque cuando lo recibe y tras declararse su mutuo amor ella muere a la vez que se escuchan las campanas celebrando la firma del armisticio.
Frederic, con el cuerpo de Catherine en brazos también clama "paz, paz".